Hechos durante la represión
Fecha: 07/04/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... marido? ¿Se la mamaste a Héctor?- Y cosas por el estilo. -¿A ver si ahora te haces la loca y no das bola?-. Daba rienda suelta a su resentimiento. -¿Te dio por el culo, Héctor?
Mientras hablaba me la metía más y más hasta que acabó copiosamente para luego vigilar que tragara. Me amedrentaba el modo que tenía, de manera que tragué toda su volcada, luego lo miré y le sonreí con gesto sumiso. Le sonreí para que supiera que me había gustado y que lo había gozado; que si quería podía repetir. Me devolvió una sonrisa fugaz. Yo me acomodé, sumisamente, dispuesta a lo que quisiera.
Entonces vino una situación que no esperaba; se sentó en la cama y me hizo arrodillar en el suelo, a su lado, y apoyar el torso en el colchón, dejando mi cola a su disposición. Así empezó a acariciarme por la nuca y recorrió todo mi cuerpo, hasta llegar a la cola. Allí se detuvo a jugar con mi ojetito, que evidentemente era su objetivo:
-¿Te han culeado alguna vez?-, me preguntó, sospechando la respuesta.
-No-, le dije, -soy virgen por ahí. Nadie lo ha hecho… no lo hagas.
-Y tu marido ¿no te ha roto el culo?- Volvió a preguntar. En realidad, a mi marido ni siquiera se le había ocurrido. Negué nuevamente suspirando. Me estaba excitando.
–¿Y Héctor? -insistió.
-No, nadie me ha tocado por ahí-. Respondí.
-Bueno,- dijo por fin –tendré que ser yo quien te rompa el culo-. Sus dedos seguían hurgándome el ojete y un escalofrío me corrió por todo el cuerpo. Me provocaba terror pensar en que ...
... esa enorme pija se iba a abrir camino por mi culito, pero la agresividad de Jorge me tenía paralizada y su determinación era absoluta.
Se ubicó atrás mío, abrió mis piernas, y yo me dejé hacer, paralizada de terror y con calentura. Abrió los cachetes de mi culito infantil, y apoyó su poronga en el ojete. No me moví, no me fruncí, ni me aflojé, estaba como muerta. Entonces comenzó a pujar con su barra. No podía entrar, pero no aflojó, hasta que fue entrando su cabeza. El dolor fue enorme y horrible. Mordí la cama y arañé las sábanas, pero no grité sino contra el colchón para que nadie oyera, y para no darle el gusto de que supiera que me hacía sufrir.
Se quedó quieto durante unos instantes, y comenzó a hablar:
-No me volverás a mirar de arriba, con tus miraditas sobradoras-. Evidentemente tenía un resentimiento conmigo. -¿Sabes que cuando un hombre toma una mujer por el culo, esa mujer es para siempre suya?. Ahora estás marcada. Cada vez que te pida, vendrás a poner el culito a mi disposición ¿entiendes? Ahora relájate, que te entre bien, para que aprendas a gozarlo y satisfacer a tu macho-. Y sin más, me enterró su poronga hasta el fondo.
Era enorme. ¡Cómo me dolió! Pero me sentía suya, era como que ese macho que me estaba culeando era un amo. Al hacerse dueño de mi culo, se había apoderado de mi, de toda mi persona y de mi voluntad, para siempre. De alguna forma lo admiraba, me asombraba cómo me había sometido y como me tenía ahí, con la pija al fondo de mi culo ...