El pasajero oscuro (Parte II)
Fecha: 09/04/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gab, Fuente: CuentoRelatos
Pasaron 5 años. Mis instintos más oscuros seguían vivos. Y me avergonzaba de ellos. En otras 4 ocasiones repetí la estrategia. Viaje lejos a un lugar aislado, y convencer, mejor dicho, corromper a una chica inocente con dinero. Y cada vez que lo hice me dije que sería la última. Tenía miedo de que saliese algo mal. Pero sobre todo tenía miedo de que mi mente se acostumbrase a que eso era normal.
En mi otra vida, la oficial, progresaba, ascendí en la empresa, tenía éxito. Pero cada año que pasaba, me sentía más vacío por dentro. Acababa de cumplir 33 años, no tenía novia, pero tenía un demonio dentro que amenazaba con devorarme. Decidí acabar con ello.
Para sorpresa de propios y extraños, dejé mi trabajo, y con el buen dinero que había ahorrado durante años me mudé a las afueras de Alicante con la intención de empezar un negocio de consultoría por mi cuenta.
No fue una decisión de un día para otro. Llevaba tiempo pensándolo. Tenía el conocimiento, la experiencia y los contactos. La costa levantina era una zona que amaba y me tranquilizaba desde pequeño, cuando iba allí cada verano con mi familia. Pensé que un ambiente más relajado, familiar y alejado de las presiones que tenía en Madrid me ayudaría a calmar mi pasajero oscuro. Y así fue durante los primeros meses.
Alquilé una casa pequeña, con un piso bajo y un piso superior con dormitorio y baño, suficiente para mí. Estaba cerca de la costa, tenía un pequeño jardín trasero. La zona era muy bonita, de casas blancas ...
... con espacio y naturaleza alrededor.
Comencé a trabajar en mi negocio. No necesitaba oficina, trabajaba desde casa y cuando necesitaba visitar un cliente, normalmente en Madrid o Barcelona, cogía el coche y estaba en unas horas allí.
Pronto conocí a Ana, una chica de allí un par de años más joven que yo, con la que empecé a salir. Parecía que todo iba como esperaba.
En la casa siguiente a la mía vivía una pareja de alemanes. Calculaba que él, de nombre Hans, tendría unos 45 años, y ella, de nombre Kim, unos 37 años. Tenían una hija de 10 años. Me invitaron a su casa cuando me fui a presentar al vecindario uno de los primeros días. Él tenía un fuerte acento alemán, pero ella sonaba muy española. Posteriormente me enteré de que su padre era español y su madre alemana. Había crecido en España y a los 18 años se fue a Alemania a trabajar. Allí conoció a Hans, y solo hacía unos años que se mudaron a España.
Kim era la imagen clásica de mujer alemana. Medía unos 1.70, cabello color rubio trigo, ondulado llegando hasta más allá de los hombros, ojos azules oscuros, cara de facciones ligeramente duras pero atractiva. Algo ancha de hombros, cadera fuerte pero no grande, y aunque para estar absolutamente seguro hay que ver a una mujer en bikini, pero por lo que se adivinaba, de tetas bastante grandes. Piernas voluminosas, fuertes, lo típico del norte de Europa. No era el perfil de una modelo de lencería, pero era una mujer muy atractiva, mundana. Físicamente era lo contrario ...