1. Sesión golfa


    Fecha: 11/04/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... movida por la sorpresa y el morbo que le suscitaba su pose tan segura y firme, aceptó su mano, y ambos fueron caminando hacia las escaleras, en las cuales Ricardo le pidió que se colocara de frente a la oscura pared del fondo de la sala.
    
    Ella le obedeció. Al fin y al cabo, no solo lo hacía porque era una demanda, sino porque se estaba sintiendo cada vez más intrigada y excitada, ante las ocurrencias y excentricidades de aquel señor maduro, el cual no perdió el tiempo y sobó sus pechos con total entrega, como si no se encontrasen en mitad de la proyección de una película, sino en el sofá del salón de su casa. Tras esto, unas palabras insinuaron un mensaje que provocó un brillo pícaro en los ojos de la chica, y entonces ésta curvó su espalda sugerentemente, remarcando el contorno de sus nalgas.
    
    Ricardo, apoyó sus manos sobre las de ella, y tras unos pobres intentonas que casi acabó provocando el estallido de las risas de ambos, ante los intentos de su soldadito por hallar el sendero que ansiaba transitar, y finalmente unos ronroneos arañaron la garganta de la chica al notar como se abría paso entre sus labios vaginales.
    
    Definitivamente, Ricardo era un cliente excéntrico. En lugar de sumergirse en el caótico asalto de su coño, intentando asaetarla como si fuese el fin de los tiempos, llevado por la locura y la excitación del momento, fue introduciéndose poco a poco, e incluso contorneaba su cintura para que su miembro se retorciera un poco en su interior, provocando un ...
    ... estremeciento en la chica y que ésta acallara sus gemidos en uno de los brazos opresores de su hombre.
    
    Ricardo clavó sus labios en el hueco de su cuello, desatando unos besos cómplices con sus penetraciones, más fogosos cuando su ritmo se incrementaba, más suaves y delicados cuando su soldado parecía retomar el aliento y se contentaba con un ritmo más sosegado. La edad, seguro que era eso, pensaba la joven. Una pena que aquel señor no estuviera en el pleno auge de los veintitantos años.
    
    Se sentía como Europa a lomos del toro blanco que la conducía hacia la isla donde la poseería. Embriagada por la virilidad exhibida, fascinada por el vigor que exhalaba su polla dentro de ella, arrollada por el repiqueteo de sus caderas contra las suyas, la chica ansiaba naufragar en el orgasmo creciente que iba domeñando su cuerpo. Sin embargo, los resoplidos proyectados sobre el cuello de la joven y sus jadeos anunciaron la proximidad de la venida del hombre, quien terminó descargando tres enérgicas pulsiones.
    
    La chica sabía que la actuación había finalizado. Era el momento de bajar el telón, apagar las luces y retirarse en la oscuridad hasta los camerinos, para volver a fundirse entre la multitud, disimulando sus pensamientos y sus opiniones, encajando la indiferencia del público hacia el actor que había encarnado el papel.
    
    No debía mostrar disgusto alguno, ni sombra alguna de decepción. El cliente, como público enfervecido, debía quedar satisfecho.
    
    Ricardo, pese a ello, no ...
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