1. Lobo feroz


    Fecha: 15/04/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... es rellenita; el pelo corto, con un peinado moderno, parecido a uno de esos edificios de líneas arriesgadas construidos por genios de la arquitectura, pero teñido de un rubio excesivo que le hace parecer algo mayor de lo que me ha confesado. Si es que no se quita años, que todo puede ser. Lleva un anillo grande en su mano derecha, varias pulseras que asoman en el trozo de brazo que deja descubierta su chaqueta, tiene los ojos verdes, bonitos, la verdad, y un colgante negro a juego con el anillo que encamina mi mirada una y otra vez hacia sus pechos…
    
    No sé qué he dicho pero se ha echado a reír. Espontánea, estruendosamente, como si hubiera soltado el mejor chiste del mundo. Si lo he hecho no soy consciente. Tal vez sea el reducto estajanovista de mi cerebro. El caso es que mientras caminábamos sin rumbo ella se ha echado a reír, y se ha acercado tanto a mí que nos hemos rozado. He sentido el roce de su cuerpo en el mío, he sentido sus pezones corneándome en las costillas y me ha gustado. He estirado mi brazo y he rodeado su cintura. Seguimos caminando. No se separa, no tengo que retenerla abrazada, sólo va cambiando la inclinación de mi mano: de la cintura a la cadera, un leve giro y siento el tacto firme de su culo en mis dedos. Ya casi estamos.
    
    - ¿Por qué no me invitas a subir a tu casa?- preguntó de pronto. Ya hemos llegado.
    
    Nada más franquear la puerta la empujo contra la pared. La beso y ella se deja besar. Mis manos ansiosas recorren su torso sin saber dónde ...
    ... detenerse; ella suelta el bolso sin preocuparse de qué se le pueda romper. Nos besamos, nos lamemos, nos mordemos. Mi lengua hace una inspección profunda de su boca. Crecen su deseo y mi polla. Suelto los pocos botones que puedo soltar en su blusa. Dios, qué ricos… Bronceados, pecositos, algo caídos, cierto, pero apetecibles a más no poder. Aparto su chaqueta, su camisa y los sobo con ganas acumuladas. Me agacho ligeramente, cojo aire y me sumerjo en ellos. Beso, lamo, estrujo, inhalo, muerdo, aprieto, mamo… Mis sentidos se recrean en sus tetas. Ella tampoco se arruga y hace un buen rato que, por encima de las ropas, soba el bulto que crece en mi entrepierna. Trepo de nuevo hasta su cara y abrimos la boca al unísono para devorarnos.
    
    - Vamos… vamos- me apremia. Cuando bajo la vista para que los gestos de mis dedos resulten menos descoordinados, observo que ella ya ha soltado su pantalón y que me aguarda en tanga. A la mierda el preservativo. Suelto el cinturón, abro el botón, y sin esperar a que el pantalón se deslice por mis piernas, bajo de un tirón el calzoncillo y agarro mi polla. Ella la mira, no dice nada pero sé que le gusta: cabezuda, largura media, grosor generoso. Lamo su cuello, ella echa la cabeza hacia atrás sin prevenir el golpe que se dará en la nuca. Aparto con la mano izquierda la tela de su ropa interior mientras que con la derecha dirijo mi acometida. Ella apoya bien recta la espalda en la pared, contrae los músculos del culo y eleva las caderas; yo me ...
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