Una decisión difícil
Fecha: 19/04/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Berni, Fuente: CuentoRelatos
... sus hombros, y las mangas finalizaban por debajo de los codos. Su cabello rubio y sus ojos azules, perfectamente maquillados, resaltaban todavía más su atractivo, como si de una actriz de Hollywood se tratara. James se aproximó para saludar a Sofía con dos cordiales besos, y después, la pareja de excéntricos millonarios le presentó al resto de invitados. Sofía supuso que todos pertenecían a la jet set, y su edad rondaba entre los cuarenta y los cincuenta, excepto el anfitrión, que oscilaría entre los sesenta y pocos. Los camareros eran los más jóvenes de cuantos allí había.
Durante la degustación de los delicatesen, Sofía fue conociendo a las distintas parejas e integrándose perfectamente en la fiesta. Casi todos eran estadounidenses, excepto una pareja canadiense, otra inglesa, y un señor español que se dedicaba a las finanzas, pero su mujer era americana.
Los camareros iban y venían con las bandejas repletas de copas de champagne ofreciendo continuamente a todos los invitados.
Después de la degustación, los sirvientes retiraron las bandejas de comida, dejando paso a las bebidas: whisky, ron, ginebra, todo tipo de licores, como también, rayas de coca, perfectamente dispuestas, con unos canutos hechos exclusivamente para esnifarla.
Sofía nunca había probado la cocaína, sólo algunos porros cuando estaba en la facultad, pero parecía que todos los allí presentes no tenían ningún reparo en esnifar coca, tanto hombres como mujeres, incluso el magnate dueño de aquel ...
... inmenso yate. En esos momentos, Sofía se sintió como pez fuera del agua, pues no quería probar la coca, ni se le había pasado por la cabeza el hacerlo, pero Anabelle se le acercó y la animó a hacerlo, de modo que no quiso ser descortés ni tampoco una aguafiestas. Se aproximó a la mesa, cogió un canutillo y aspiró profundamente todo el polvo. Inmediatamente se sintió eufórica y muy enérgica. A continuación, experimentó la necesidad de hablar y conversar con todo el mundo. Era como si le hubiesen recargado las pilas, y a la vez su vergüenza y su posible timidez desaparecieran.
—¿Te diviertes? —le preguntó un texano de su misma edad, considerablemente alto, y que parecía que su esposa había encontrado a alguien más interesante con el que conversar.
—Mucho —le respondió sonriente.
—¿La has probado ya? —le ofreció, señalándole otro conjunto de rayas perfectamente alineadas.
—Ya he probado, gracias —dijo Sofía pensando que con una vez era más que suficiente.
El hombretón cogió un canutillo, se agachó sobre la mesa y volvió a esnifar toda una raya, cerrando los ojos al incrementar un nuevo subidón, y en la base de la nariz se le quedaron restos del polvillo blanco, que fue aspirando con repetidas inhalaciones, mientras se presionaba el otro agujero nasal.
—¡Toma! ¡No seas tímida! —insistió, ofreciéndole un canutillo.
De nuevo, no quiso ser desconsiderada, cogió el pequeño artefacto y aspiró otra raya que le provocó un creciente júbilo.
—¡Ufff!
—Es una fiesta ...