1. Mala leche


    Fecha: 21/04/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... imbécil de su novio. Después de tantos años, mi prima seguía siendo la mejor felatriz que había tenido el placer de conocer y no sólo eso, si Nata había cumplido lo que una vez me dijo aquel imbécil tendría el honor de ser el primero en follarla por el culo.
    
    Recuperé súbitamente la cordura y, cogiéndola del moño, saqué mi polla de su boca. Nata se quedó jadeando.
    
    —Antes tendrás que prometerme una cosa.
    
    —¿Qué? —rabió Nata sin entender.
    
    —Que antes tendrás que prometerme una cosa —repetí.
    
    —¿Qué coño quieres?
    
    —El tuyo —me mofé.
    
    —¡Pues esta noche me paso por tu casa, joder! —respondió la muy zorra.
    
    —No, tendrás que esperar —dije con maldad.
    
    —¿Esperar? ¿A qué?
    
    —A tu boda —la prepotencia de aquellas tres palabras superó la de mi polla.
    
    —¡Serás cabrón!
    
    Aguanté el tipo. La pelota estaba en su tejado. Si quería esperma, tendría que concederme ese capricho.
    
    —Y pienso follarte el culo, eso tenlo claro —le advertí.
    
    —Hijo de…
    
    Esperé, esperé y al final, su madre abrió la puerta de la cocina. Yo la vi venir por el pasillo, pero no dije nada.
    
    —¡Pero niña! ¡Aún estás así!
    
    —¡Alberto quiere darme por el culo! —protestó mi prima indignada.
    
    —¿Ahora?
    
    —No, ahora no —aclaró Natalia.
    
    —Pues todos son así, no sé de que te extrañas —razonó mi tía.
    
    Natalia sabía que su madre llevaba razón.
    
    —Mira, hija. Tu abuela tenía un refrán para esto: “Tiran más dos tetas que dos carretas, y un culo que cuatro mulos”.
    
    —¡Mamá! —protestó Natalia. Ni ...
    ... ella ni yo podíamos dar crédito a lo que acabábamos de oír de labios de su madre.
    
    —¡Ni mamá, ni leches! ¡Date prisa!
    
    Mi tía dejó las tazas en la encimera y, después de mirar de reojo mi monumental erección, volvió a salir de la cocina. Natalia resopló cabreada y volvió a echarse para adelante, pero yo me aparté alejando mi polla de su boca.
    
    —¿Y? —pregunté.
    
    Mi prima consiguió lo que quería. Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos. Oí a Alfonso elevar la voz mientras su prometida callaba y comía. Me imaginé yendo a la suite nupcial mientras los camareros servían el segundo plato del banquete. Me imaginé a mi prima abriendo la puerta echa un manojo de nervios. La tumbaría sobre la cama y, después de subir la falda de su vestido de novia, le lamería el coñito con ternura al tiempo que dilataba su esfínter con mis dedos. Luego pondría su ano y mi órgano perdidos de lubricante, la arrastraría hasta el borde del colchón y colocaría sus tobillos sobre mis hombros. Se quedaría abrumada, sin aliento, cuando notase mi miembro entrar y después empezaría a resoplar. Enardecería su clítoris con mi pulgar, pues la fiesta no empezaría hasta que sonase su primer gemido de placer. Entonces le indicaría que se masturbase para que se excitara lo antes posible, aunque con lo zorra que era, no tardaría en perder los papeles. En cuanto la oyese gritar, liberaría sus tobillos, le indicaría que se sujetase a mí y, sin sacársela del culo, la levantaría en volandas. Nunca he sodomizado a ...
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