Segundas partes son buenas
Fecha: 22/04/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Geronimo68, Fuente: CuentoRelatos
Aquella historia con mis vecinos tuvo una segunda parte. Un pedido especial y una noche de tormenta.
Después de aquella siesta memorable, nuestra relación de buenos vecinos siguió como si tal. Solíamos cruzarnos y charlar ya que nuestros terrenos eran lindantes y los separaba solo una cerca. El chico tenía su trabajo y el horario era variable. Por lo general se iba alrededor de las seis de la mañana, aunque en ocasiones debía ir más temprano. Fue así que un día me preguntó si podríamos intercambiar número de nuestros teléfonos móviles.
-Pasa que me voy temprano –dijo mi vecino- y le gustaría irme tranquilo. Ella se queda sola con el bebe y es usted con quien más confianza tenemos!
-Ni que lo digas, pensé… Eh, Claro, claro no hay problema, cuenta con eso, le respondí y le dicté mi número.
Pasaron algunos días y Franco (así se llama el joven) me dijo que debería ausentarse por cuestiones laborales. Y que ya su esposa tenía mí número por cualquier inconveniente que surgiera.
-Si, tranquilo. No hay inconveniente en que me llame si algo necesita…
Pasó un día y todo transcurría con normalidad. Un par de jornadas después, el clima cambió y gruesos nubarrones presagiaron una tormenta. Ya tarde en la noche, se desató la lluvia acompañada de rayos y truenos. Estaba solo en casa y pensé que estaría bueno para dormir.
Pasada la medianoche sonó mi móvil. Era Flavia, la vecina que me pedía si podía acercarme hasta su casa. Le dije que enseguida iría. No era una noche ...
... como para salir pero tampoco podía negarme. Así que me puse una capa impermeable y fui lo más rápido que pude para no mojarme tanto. Ella tenía la puerta entreabierta por lo que pude entrar enseguida. Entré, la saludé y le pregunté si estaban bien ella y el niño. Me dijo que si pero la noté pálida.
-Segura? …le pregunté. Me respondió que sí pero no fue muy categórica.
-Qué pasa? Le tienes miedo a las tormentas?
-Si… la verdad que me aterran. Sobre todo los rayos.
-Bueno, pero no temas. Tú y tu hijo están protegidos aquí dentro. Solo mantén las cortinas cerradas y no te acerques a las ventanas. ¿Tu bebe duerme?
-Si, por suerte no se entera de nada y duerme bien!
Bien… no tengas miedo. Yo puedo acompañarte hasta que calme un poco la tormenta.
-Gra… dijo y no pudo completar el gracias porque el estampido de un rayo la hizo saltar y pegarse a mí, casi al borde del desmayo.
-Tranquila, tranquila… no pasa nada!- alcancé a decirle antes que las luces se apagaran, seguramente a consecuencia del fuerte rayo.
Encendí la linterna de mi móvil.
-En la habitación tengo velas… y preferiría recostarme, dijo.
-Claro, como quieras…
La seguí para alumbrarla. Llegamos a la habitación y encendió una vela que produjo una luz tenue y temblorosa.
El ruido de la lluvia en el techo era ensordecedor, los rayos chasqueaban y los truenos sonaban como cañonazos, haciendo temblar las paredes. Se sentó en la cama y luego se recostó. Me dijo que me sentara y amagué a ...