1. El regalo: Un antes y un después (Segunda parte)


    Fecha: 28/04/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... las ganas; la sangre fluyendo de mi cabeza fue a parar hasta mi verga. Toda ella en franca excitación por la sexual eventualidad.
    
    Tomé su celular sonriéndole y ella tan solo me guiñó un ojo. Encendí la linterna y su luz me permitió observar que la camioneta había sufrido más de una raspadura, quizás en algún desnivel, entrando o saliendo por alguna empinada rampa. Escuché un taconeo. De soslayo observé los zapatos beige y el comienzo de las hermosas piernas cubiertas por aquellas medias veladas de Paola, acercarse por la izquierda a las de la señora Almudena, y de pronto se agachó llamándome la atención.
    
    —¿Rodri todo bien? ¿O necesitas mi ayuda? —Y entonces se la vi. Sí, allí mismo, estaba Paola en cuclillas, abierta de piernas también, pero más a la altura de mis ojos. Me dejaba ver el triangulito de seda blanco transparentando su piel, una hendidura en aquel pequeño trozo de tela, perdiéndose por la mitad de sus blancas nalgas. Me di un gustazo al observar su vello púbico, bien arreglado en una línea no muy ancha y que llegaba justo por encima del comienzo de su raja. Sus medias de color piel eran de esas de ligas, lo que hacía de aquella imagen algo más erótico por mi fetichista pasión por las prendas íntimas femeninas. Solía regalarle a Silvia, cada mes más o menos, un conjunto de ligueros con sus respectivas medias. Y obviamente unas tanguitas bastante sugerentes. Escuchaba… ¿Risas? ¿De ambas?
    
    —Oigan ustedes dos, dejen de reírse, no son para nada justas conmigo. ...
    ... Les dije mientras salía de debajo de aquella camioneta, sacudiendo un poco mis nalgas y los muslos, demostrando ante ellas, la tirantez de mi pene bajo la tela, sin ningún tipo de pudor. Si querían jugar, tenía yo, uno que otro truco bajo mis pantalones, con el cual, con seguridad podría hacerlas disfrutar.
    
    —¿Porque lo dice señor Cárdenas? —me respondió risueña la señora Almudena, sin apartar la vista de mi entrepierna.
    
    —Es que las dos estaban obstaculizando la luz y distrayendo mi visión. Así no me puedo concentrar. —Les respondí, mirando primero a Paola y luego a la señora Almudena, fingiendo seriedad.
    
    —¡Ayyy! qué pena mi Rodri, solo queríamos ayudar. ¡Jajaja!. —Y la rubia barranquillera se tapó los ojos con sus manos, aduciendo una simulada timidez.
    
    Yo entonces me dirigí donde estaba Paola conversando animada con la señora Almudena. Ellas dos, una joven preciosa llena de juventud y desfachatez, la otra una madurita de esas que quitan el hipo, pero en vez de un susto lo hacen con gusto y autoridad.
    
    —Pero mira cómo te has ensuciado la cara y las manos. Ohhh y la camisa también. —Me dijo Paola, y en su cara la expresión de angustia por mi suciedad.
    
    —Entonces vamos, puede entrar a lavarse en el baño y de paso, deme su camisa para meterla en la lavadora. —No creo que sea necesario señora Almudena, en cuanto llegue a mi piso la puedo lavar–. Y le agradecí por su amable gesto, sin quitar de mi cabeza aquella visión de su pubis tatuado.
    
    —Gracias, respondió la ...