El regalo: Un antes y un después (Segunda parte)
Fecha: 28/04/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... para indagarme con su mirada.
—Señora Almudena, esta es Paola. Una nueva compañera a quien pusieron hoy bajo mi cargo. Lo lamento, no alcancé a avisarle que venía acompañado.
—No se preocupe señor Cárdenas. Y de inmediato se acercó a Paola para brindarle por saludo un beso en la mejilla y un abrazo.
—Bienvenidos a mi hogar. ¿Gustan pasar a tomar algo mientras preparo la mesa para poder almorzar? Es que la verdad ustedes llegaron un poco antes. —Paola, ruborizada un poco y yo, salí al paso diciéndole a la señora Almudena…
—Bueno, no se preocupe por eso, mejor vamos a ver cómo está su vehículo y después almorzamos. —Entonces señor Cárdenas, ¿vamos a mirar mi camioneta? Eso sí, espero que sea bueno conmigo y me ofrezca un precio razonable o no haremos negocios. —Me dijo la señora Almudena sonriente y tomándome ahora a mí por el brazo–. Paola, un poco alejada de nosotros, seguía nuestro andar hasta el garaje donde estaba la SUV gris plata, estacionada.
—Y me despojé de la chaqueta, entregándosela a Paola. Me arremangué los puños de mi camisa y le pedí las llaves a la señora Almudena. Empecé la evaluación, observando el perfil, palpando con mis manos la pintura en busca de desperfectos. Un lado bien, el otro ¡perfecto! El cofre y la portezuela trasera bien ajustados. Las llantas a media vida y en el interior, la tapicería en cuero demostraba el esmerado cuidado, toda ella estaba como nueva. Giré la llave de encendido y el motor ronroneó perezoso. Afinada su tonada ...
... por aquella orquesta de cilindros y pistones, ascendiendo y descendiendo presurosos, detonando rítmicamente, y en el tablero de instrumentos, el kilometraje demostraba el poco uso. Apagué el motor y descendí. Ahora faltaba observarla por debajo ya que a mitad del estribo derecho, justo en el medio, observé una leve abolladura. Miré a la señora Almudena, que tan solo se encogió de hombros y algo traviesa, se mordió la punta de su lengua.
Me tendí en el piso, escurrí mi cabeza y la mitad de mi cuerpo por debajo de ella. Estaba oscuro, no veía bien la parte inferior.
—Paola, ¿podrías alcanzarme el celular para alumbrar? Aquí debajo está un poco oscuro. —Pero la señora Almudena se le adelantó y una pierna suya, la izquierda para ser más precisos, la pasó por encima de mi cintura. La derecha la dejó del otro lado. Abierta de piernas, se ofreció para prestarme el suyo. Arrastré mi cuerpo un poco hacia fuera y al voltear mi cabeza para recibirle su móvil, mucho fue lo que pude observar.
Sus piernas separadas, cuál columnas de una preciosa entrada, se alzaban imponentes hasta arriba, casi uniéndose al final, solo distanciadas por los carnosos labios de una hinchada vagina, totalmente depilada y un tatuaje con formas arabescas en su pubis. En el medio brillaba un piercing que pendía de su clítoris. ¡Vaya con la señora! Tan elegante en su visita al concesionario y ahora aquí en su casa, sin bragas puestas, tan libre y provocadora. Mi corazón palpitaba y me entraron repentinas ...