1. El regalo: Un antes y un después (Segunda parte)


    Fecha: 28/04/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... asiento del copiloto y haciendo con mis labios una mueca de sorpresa, exclamé un prolongado suspiro, observando sus verdes ojos fijamente y en mi rostro una expresión para hacer hincapié en mis dudas.
    
    —¡Oyeee! Que sí. —Y Paola alegre, gesticulaba sonriendo y utilizando sus manos abiertas para darle mayor validez a su afirmación.
    
    —Lo que sucede es que estaba «rumbeando» por ahí. Unas amistades me llevaron a un sitio por la llamada Costa Blanca, ehhh, como es el nombre… —¿Benidorm? O tal vez… ¿Alicante? Le respondí yo, tratando de ayudarle a recordar. — Hummm… Ya lo tengo. ¡Altea! Un lugar precioso con unas vistas impresionantes sobre el Mediterráneo. ¿Tú no has ido Nene? —¿Yo? No. ¡Ya quisiera y brincos diera! —Respondí, mientras que observaba las vistas que me interesaban más. Aquel delicado encaje de su sostén blanco, que asomó un breve momento al girarse ella para hablarme–.
    
    —¡Pufff! Deberías. —Y continuó relatándome su aventura, acomodándose de medio lado en la silla, dejándome observar la parte superior de sus medias de liga, que se mostraba entera por la abertura de la falda.
    
    —Es un lugar fascinante. Tan azul su cielo y blancas sus fachadas, con calles angostas, casas con flores de colores en los balcones y un encantador ambiente nocturno en la playa, como para enamorarse. Y estuvimos por allí un tiempo hasta que se nos fueron acabando los ahorros y pues sin un euro en el bolsillo, tuve que acudir a mi mamá, o lo que es más correcto, a mi padrastro. ...
    ... ¡Jajaja! Soy una niña mimada. —Y se sonrió, tan guapa como siempre, mientras que por mi izquierda veía llegar hasta nosotros, la reconocida y sinuosa figura de la señora Almudena.
    
    Abrí la puerta del auto y descendí, para luego ofrecer mi mano y mi sonrisa a modo de saludo. La señora Almudena se acercó un poco más a mí y delicadamente deposito un beso en cada mejilla mía. Nos separamos un poco y la pude repasar desde arriba hasta abajo, muy rápidamente para que no se llevara una mala impresión. Su vestido era perfecto para aquel clima veraniego, escotado y florido. De tela suave que le daba un aire juvenil a su curvilínea silueta y el largo no sobrepasaba sus rodillas. Sandalias doradas de un tacón bajo.
    
    En sus manos varios anillos de oro, un colgante redondo y dorado, destacando en el medio de su redondo escote, dirigiendo mi mirada sobre aquel buen par de pechos. Seguramente ese cuerpo lo esculpía en horas diarias de gimnasio y obviamente una que otra pasadita del bisturí, para terminar de delinear su precioso contorno. Su cabello negro, recortado en capas hasta alcanzar la nuca y peinada de medio lado. Cejas pobladas y ligeramente arqueadas, adornaban unos redondos ojos negros, pintados delicadamente de una sombra granate sobre sus párpados. Me tomó del brazo, colocando una mano sobre la otra y me regaló su sonrisa, más una mirada llena de picardía. Sin embargo se sorprendió mucho al ver a Paola descender del vehículo por el otro costado, torció su boca levemente y me miró ...
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