1. Confesión real de un profesor - sexo entre profe de 36 y chica de noveno


    Fecha: 06/06/2018, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    ... ir de pie en un transporte atiborrado de gente, pero ir sonriendo. U olvidar rencillas que uno tiene con el mundo, y hasta perdonarlo. ¿Acaso estaba enamorándome? Capítulo 4 – todos los profes lo hacen ¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯ Había decidido darle continuidad, aunque fuera simbólica, al asunto de la crema de chocolate y leche. Compré un frasco grande de nucita para obsequiarle a Natalia. Estaba aguardando el momento para dárselo, y este se precipitó sobre ambos. Una soleada mañana, llevé a grado undécimo a los prados para que hicieran una actividad. Al lado, en la cancha, estaba el noveno de Natalia en educación física. Supe que Natalia me tenía prendado cuando la miraba más que a las otras. Incluso más que a las chicas que antes me parecían más mamasitas que Natalia. Mientras mis estudiantes hacían bulla y reían enredándose con una lana, me desentendí por un minuto para descansar la mente y retrasar un poco la inevitable demencia que le espera a todo docente. Me senté en el prado y me dispuse a contemplar el partido de baloncesto. Tren de ricuras. Me pregunté si los profesores de educación física eran eunucos, o qué. Por lo general, sobre todo en colegios públicos y sobre todo en aquellos tiempos, la ropita de deportes de las chicas era una provocación. Ya saben – lo he dicho en mis cuentos – por la filosofía feminista de que las mujeres pueden verse provocativas, pero que los hombres no deben provocarse. Las chicas jugaban con camisetita blanca, ajustada hasta que sus ...
    ... formas no solo se revelaban, sino que se acentuaban, y un bicicleterito azul de gimnasio que ahorraba verdaderas fortunas en tela. Como si fuera poco, había chicas que se ajustaban todavía más su uniforme de deportes. No tengo claro si era intencional o qué, pero el espectáculo de panochas apretujadas hasta la asfixia y nalgas asomadas era como para que le pusieran a uno camisa de fuerza y babero. Ahora, si es que no se lo han imaginado, Natalia era de esas que, ignoro si por intención o porque su cuerpazo no daba para menos, llevaba ese bicicletero como pintado con brocha y cubriéndole apenas lo exigido por la sociedad. Me vió desde su partido de basket y lo abandonó de inmediato para correr a saltitos hacia mí. - ¡hooola profe! - Hola mi amor ¿cómo va todo? Se sentó a mi lado. El aroma de cuando se sentó la última vez junto a mí me había encantado. Y ahora, me hipnotizaba y me subía a los cielos el olor de su cuerpo bañado en sudor y mezclado con su jabón de baño y su perfume. Se notaba que usaba cosas caras, de esas que están diseñadas químicamente para reaccionar con la temperatura y la acidez de la piel y oler bien. Su pecho crepitaba por la respiración agitada. Sus preciosos senos subían y bajaban, con la camisetita pegada por el sudor. Podía ver su delgado brasiér. Además, tenerla ahí al lado con esas rodillotas empinadas y sentir su calor, me aceleró el corazón. - ¿qué están haciendo? – me preguntó con poco aire. - Un juego. - se ve como chévere. ¿Cuándo nos lo haces ...
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