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Matilda, guerrero del espacio (capitulo 20)
Fecha: 07/06/2018, Categorías: Poesía Erótica, Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... quieres reconocerlo? Ella misma te lo dice. —¡Joder tío! Aun recuerdo el día que la conocí. Me ofreció el escuadrón de la Tharsis, y fui la mujer más feliz del mundo. No solo la había conocido, además confiaba en mí. —Pero no solo ella, todos confiamos en ti. Tu escuadrón, este ejército con el que entraras mañana en combate, tú pueblo. Tú fíjate lo especial que eres que en unos pocos meses has conseguido que tu pueblo, que nunca había oído hablar de ti, te adore, —no la dejó rebatirle, la sujeto la cara, la beso en los labios mientras la otra mano penetraba por dentro del pantalón y se alojaba en su entrepierna. Ella, inmediatamente apretó la vagina contra su mano. —Nos van a ver, —susurró con la voz entrecortada. —Tranquila mi amor, —siguió estimulándola hasta que notó cómo la excitación de Súm aumentaba. La Princesa se retorció entre sus brazos mientras aprisionaba la mano de Ramírez con sus muslos. La tapó la boca con la mano para que no se la oyera. Cuando empezó a calmarse, la quitó la mano de la boca y la Princesa aprovecho para besársela. —Haces conmigo lo que quieres, —susurro. —Eso no es cierto, mi amor. Si por mí fuera, te tendría permanentemente en una cama y te follaría a todas horas, —contestó riendo—. Y no como hasta ahora, entre batalla y batalla. Ya sabes que soy muy básico. Por encima de las cajas del parapeto, apareció la cara de uno de los soldados de su escuadrón de siempre. Les tendió dos vasos de licor mandoriano. Las mejillas de la ...
... Princesa adquirieron un tono oscuro, llamativo, mientras miraba a Ramírez. —Mi señora… mi señor, —dijo el soldado que tenía otro vaso de la mano—. Por nuestra Princesa favorita. Por cierto, si me permite… y sin querer faltarla al respeto, quiero decirla que cuando se sonroja… bueno no puedes porque eres azul… pero ya me entiendes… cuando sus mejillas se ponen… azul oscuro… pues eso… eres mucho más mona de lo que ya eres. La Princesa le miraba con los ojos como platos y la boca abierta, mientras Ramírez se partía de la risa. —Juan, —preguntó finalmente Ramírez—. ¿Cuántos de esos llevas? —Pues… unos pocos, —reconoció el soldado con una sonrisa de oreja a oreja. —¿Y ese ya ha sido el último? —Por supuesto, mi señor, ha sido el último. Antes de irme quiero decir, si me lo permite, —y sin esperar respuesta, el soldado continuo—, que todo lo que he dicho es absolutamente cierto. Princesa, eres muy mona, y así mucho más. —Lárgate ya, anda, —le ordenó Ramírez. —A la orden. —Por cierto ¿qué es una pitufa? —preguntó la Princesa a Ramírez, que casi se atraganta. —¿Quién te ha hablado de eso? —Matilda. A Ushlas y a mí, nos ha llamado eso. —¿Os estabais metiendo con ella? —preguntó Ramírez riendo. —Un poco. —No te preocupes, no es nada malo. Es una cosa azul de la Tierra. Recuérdamelo cuándo regresemos a Mandoria. A la hora fijada, todo estaba preparado. El grueso de la flota de combate de la almirante Rizé entró en el corredor seguida por los ...