1. La santurrona y su hijo culturista


    Fecha: 22/05/2022, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... fue la verga de su hijo. Imaginando que la enorme verga le llenaba el coño de leche se corrió cómo una burra.
    
    Al acabar se sintió mal y se prometió a si misma que jamás se volvería a tocar. Esperaría a que volviese su marido para satisfacer sus deseos carnales.
    
    Esa noche cenando, Lorenzo, que llegara a la mesa vestido solo con un bañador azul, le dijo a su madre, que vestía con una bata verde que le llegaba a los tobillos:
    
    -Cuando pase la pandemia me voy a presentar a un concurso de culturismo.
    
    -Buen cuerpo lo tienes, hijo.
    
    Lorenzo se levantó y le hizo unas posturitas.
    
    -¿Cómo me veré oleado?
    
    Eva miraba las posturitas y de reojo el tremendo paquete que se marcaba en el bañador de su hijo.
    
    -Brillante, hijo, te verás brillante, pero ahora siéntate y come el pollo.
    
    La verdad es que Lorenzo era un Adonis, y lo sabía. Las posturitas y el bañador apretado eran para calentar a su madre. Ya la había poseído muchas veces con el pensamiento y ahora quería probar su carne. Hablaron de culturismo durante la cena. Al acabar de cenar, Lorenzo cogió en la alacena una botella de aceite de oliva, y le dijo a su madre:
    
    -Úntame la espalda de aceite, Eva, quiero verme brillante.
    
    -Eso es vanidad, hijo, y la vanidad es un pecado.
    
    -No me importa pecar por vanidoso, peor sería que pecara de envidia si envidiara el cuerpo de otro.
    
    -Sí, la envidia es un pecado capital.
    
    Eva cogió la botella, echó aceite en la palma de una mano, las frotó y le masajeó el ...
    ... cuello, los brazos y la espalda con las palmas y con el dorso de sus manos, palmas y dorsos que después cubrieron las partes traseras de sus piernas de aceite. Luego le dijo:
    
    -Por delante echa el aceite tú.
    
    Eva regresó a su silla y vio cómo su hijo se echaba aceite en los pectorales, en sus brazos, en su vientre... Vio el bulto que hacía la verga de su hijo moverse debajo del bañador y su coño se empezó a mojar más de la cuenta. Lorenzo se quitó el bañador y Eva vio la verga tiesa y mirando hacia el techo. Escandalizada, le dijo:
    
    -¡Tápate, sinvergüenza, tápate!
    
    Lorenzo echó la mano a la verga y la madre vio cómo su mano iba deslizándose por ella descubriendo y cubriendo el glande con la piel.
    
    -¿No te gustaría tenerla dentro de tu coño?
    
    -Eres mi hijo. ¡Jamás haría nada contigo! Tápate, por Dios te lo pido, tápate.
    
    Mirando para el muslo de una pierna que enseñaba su bata entreabierta, le dijo:
    
    -Te deseo, Eva.
    
    Eva cerró la bata y tapó los ojos con una mano.
    
    -¡Calla, sinvergüenza, calla!
    
    Fue a su lado.
    
    -La lujuria puede conmigo, Eva -le pasó la verga por los labios-. Te necesito.
    
    Eva ponía cara de asco al sentir la verga en sus labios, giró la cabeza, y le dijo:
    
    -Para, Lorenzo, para.
    
    -Peca, Eva, peca de gula, peca de lujuria.
    
    -¡Nunca!
    
    -No digas nunca, jamás.
    
    Lorenzo, al ver que su madre no hacía por librarse de él, se subió a la parra.
    
    -Sé que me deseas.
    
    Lorenzo le volvió a frotar la verga en los labios. Eva apartó la ...
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