Tren de medianoche
Fecha: 23/05/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... como única prueba de mi vida consagrada.
Y mientras avanzaba entre el gentío con las manos en los bolsillos, alguien por detrás me tomó del brazo, uniéndose a mi lenta caminata. Demostrando temple, permanecí impertérrito y la observé con curiosidad: una preciosa rubia de veinte y pocos años, con la mirada demasiado seria y los labios apretados. Involución y miedo, vi de nuevo ese miedo. Me miró por unos instantes que se me hicieron eternos, hasta que por fin habló, un poco bajo, haciéndose difícil de oír entre la multitud a nuestro alrededor.
—Buenas noches, padre.
—Buenas noches, hija mía. ¿Cómo te puedo ayudar?
—Voy a ser directa, padre. Probablemente la mitad de esta gente vaya a parar en la rebelión que se gesta en Misiones, Argentina. Pero nadie lo dice, nadie lo confiesa. Dicen que van a Encarnación, pero van a cruzar la frontera.
—¿Ah, sí? Pues sinceramente no lo sabía.
—¿Me tomas por tonta? ¿Acaso un sacerdote, miembro de la supuesta oposición más firme en contra de la dictadura, no está aquí en esta noche para huir del país y unirse a la rebelión?
—Voy a viajar –con la mano libre retiré una carta de mi bolsillo—, porque verás, un familiar mío ha fallecido.
—Muy bien. Realmente eso está bastante bien. Mejor que la coartada que yo ideé… Voy al mismo sitio que tú porque junto con mi marido he comprado un terreno y queremos edificar. Aquí está la escritura –dijo mostrándome un papel pobremente enrollado.
—Querida, lamento decirte que lo mío ...
... no es ninguna coartada. Si allá afuera se gesta un derrocamiento, bien por ellos, pero yo me quedaré aquí.
—Pero ahora estás yendo… allá… Qué coincidencia.
—No es lo que parece.
—Como quieras. Se lo diré rápido y sin rodeos —resopló—. El que se iba a pasar por mi marido no vino a buscarme. No está en su casa, nadie en su barrio lo ha visto. Ha… “desaparecido”. Probablemente fue capturado en la redada de la noche anterior. ¿Ha oído de la redada, no?
—Lamento oírlo, señora. Realmente estamos viviendo una época muy difícil.
—Soy Rosa. Y soy señorita. Ni “mi marido” es mi marido, ni el terreno es nuestro. Al menos, eso es lo que me digo para mí misma. Verás, un notario amigo nos hizo los favores para casarnos y darnos identidades falsas. Y el terreno al que íbamos, en realidad pertenece al abuelo del notario, que ha decidido cedérnoslo para poder usarlo de tapadera y así marcharnos de aquí.
—El matrimonio, por más de que el tuyo aún no haya pasado por la iglesia, no debería ser tomado a la ligera, hija mía.
—Sí, bueno, los tiempos cambian, ¿no? No creo que orando en el claustro vayamos a cambiar el panorama.
—Se trata de orar para fortalecer el espíritu. Para fortalecer a los demás.
—No. Se trata de hacer cosas impensables en pos de un futuro mejor –dijo acercándose para arrebatarme el alzacuello rápidamente, para mi asombro—. Eso es… desabotónese un poco la camisa –siguió ante mi atónita mirada. Paramos la caminata y dejé que terminara lo que fuera que ...