1. En el baño de hombres de una discoteca


    Fecha: 06/06/2022, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... veces mi culito, también lo lamió. Con sus movimientos perdí un poco el equilibrio, me sujeté a la pared con una mano, con la otra a la madera que dividía una cabina de otra. Me humedecí aún más.
    
    Metió un dedo en mi culito, con brusquedad. Volví a quejarme. Lo sentí ponerse de pie, desabrocharse el pantalón y luego sentí la punta de su verga golpeando repetidas veces la entrada de mi ano. Escuché que volvió a escupir, pero esta vez creo que lo hizo en su dotado miembro.
    
    Luego volvió a colocar su verga en la entrada de mi ano y empujó. Aquella cosa entró de golpe y mi culito la recibió sin problema alguno pero grité de dolor.
    
    Intenté detenerlo apartándolo de mi con una mano, pero no sirvió de mucho, él continuó empujando su verga dentro de mi culo.
    
    Dolía, me dolía bastante y sentía como se introducía toda en mí. Le iba a decir que me estaba matando, pero recordé que me dijo que no dijera nada. Me mordí los labios y aguanté ese delicioso pero incómodo dolor.
    
    Mi culito se fue adaptando a la verga de Diego, me la metió completamente quedándose pegado a mi, mientras desprendía de mis hombros los tirantes de mi vestido, quedando mis senos al descubierto.
    
    No tardó mucho mi culito en dilatarse, obviamente me había hecho un lavado anal en el apartamento y me había puesto lubricante pero el paso de los minutos hizo que este perdiera su efecto. Diego lo sabía, por eso escupió mi culito, para lubricarme un poco pero igual dolió. A él le fascinaba culearme sin ...
    ... lubricante, que fuera su saliva o la mía la que se encargara de ello.
    
    Diego empezó con su mete y saca, me seguía doliendo aunque en menos intensidad. Yo me quejaba pero a Diego no le importaba, no era la primera vez que me daba por el culo, sabía que mi sufrimiento iba acompañado de placer, un placer que con el paso de los minutos se acrecentaba por lo que con el pasar de los minutos, Diego me culeaba con más fuerza e intensidad.
    
    Cuando ya mi culito se adaptó, empezó mi disfrute, las embestidas de Diego, mis quejidos de placer. Diego enloqueció dándome por el culo y yo buscaba con qué sujetarme antes de perder el sentido.
    
    Me corrí, me temblaron las piernas, me oriné y Diego se detuvo. Casi me caigo, pero me sostuvo. Me volteó, me empujó hacia abajo haciéndome entender que me arrodillara y le chupara la verga. Lo hice, se la chupé pero luego me tomó de la cabeza, me ordenó apartar las manos y me cogió la boca hasta ahogarme y producirme arcadas. La música continuaba pero creo que todo el que entró a los baños durante ese tiempo debió haber oído el ruido de las arcadas mientras mi boca era violada y mis gemidos mientras Diego me culeaba, cosa que ya me daba igual.
    
    Me ordenó ponerme en pie y volvió a culearme, volví a perder el equlibrio por la penetración pero estaba a su merced, no me dejaría caer por nada, así que me entregué a su ritmo.
    
    Sus manos se apoyaban en mi ingle o en mis hombros mientras me rompía el culo, con fuerza, era su muñeca de trapo, vendada. Con una ...