Mamani, el boliviano
Fecha: 10/06/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: MirassoMauricio, Fuente: CuentoRelatos
... de su conciencia, le hubiera gustado entender lo que le estaba diciendo. Al menos había alguien, creía ella, en apariencia adulto, que se estaba interesando realmente en ella y en su hondo y pesado dolor. Jamás lo volvió a ver. O quizás sí lo volvió a ver una segunda vez, vendiendo bisutería de fantasía en una de las vastas arenas de una ciudad “feliz”, pero puede que no lo haya reconocido o distinguido bien. Para ella todos los inmigrantes de ese país le parecían iguales.
Buena parte de todos esos detalles que se mencionan, sólo los sabía ella y ese muchacho misterioso del que se está mencionando. Ese joven misterioso del que estamos hablando se llama Alejandro César Biondini, y es de su misma edad, igual que su novio. Actualmente vive en un apartamento con una familia de tres personas en España. No en Madrid o en Barcelona, no en Sevilla ni en Zaragoza, tampoco en Málaga o en Murcia, vive más precisamente en algún lugar de la ciudad de Valencia. Trabaja cobrando facturas de servicios públicos y privados e impuestos, en un local de cobranza extra-bancario cerca de donde está alojado. Un trabajo bastante aburrido por decirlo de alguna manera, considerando que una de sus mayores aficiones es leer cuentos y novelas, y escribir frases y poesías. Pero mal no le va, y es mejor eso que estar en el paro.
Pero no nos confundamos, Alejandro no escribió esa novela, primero porque no tiene las intenciones, segundo porque no tiene la técnica y menos la experiencia, y tercero ...
... porque no tiene el dinero suficiente para pagar una edición de varias miles de copias impresas. En el campo de la escritura sólo sabe escribir poemas y frases cortas, y tiene en sus planes estudiar alguna carrera relacionada a ello cuando, algún día, cambiaran los horarios de atención del local, o en su defecto, cuando lo despidieran de ahí. Pero él no hacía mal su trabajo, y trataba de no hacerlo mal nunca. Vino desde Argentina, más precisamente de la ciudad de Mar del Plata, porque su vida corría peligro, y porque no tenía parientes o conocidos de otras ciudades de aquél país para poder alojarse. Los únicos conocidos que tenía fuera de aquella ciudad balnearia, estaban aquí en Valencia. Era obvio que no quería ser una carga para ellos, y aparte de ello, estaba agradecido de que alguien se ofreciera en darle trabajo a un joven sin experiencia laboral previa, y encima con su condición adicional de albino. Alejandro era delgado, de estatura media, mirada inteligente y una piel que era blanca como la leche, al igual que su cabello lacio y algo despeinado. Sus ojos eran de un celeste opalescente, que de no ser albino seguramente no los tendría así, y casi siempre iba vestido de camisa, traje, corbata, zapatos de cuero y llevaba unos anteojos rojos que usaba para proteger su complicada vista del Sol.
La gente que no lo conocía lo miraba y lo miraba. Los niños y las niñas, y sus madres, lo miraban y lo miraban, algunos de ellos, los más pequeños, lo señalaban con el dedo. Él sólo ...