1. Terapia de pareja


    Fecha: 19/06/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... trabajo, y yo, en casa, cocinando como un boludo. Eso… además, desde hace meses que no me la cojo bien ¿Para qué querría estar conmigo?
    
    — Pero mi amor, si yo te amo —le dijo lucía, apretándole la mano con ternura.
    
    — Así que se siente como un boludo. Sin embargo, creo que siente algo más ¿o no? — Preguntó el doctor.
    
    Hubo otros segundos de tenso silencio. Lucía miró a Hernán, como instándolo a que responda. Era evidente que ella ya sabía la respuesta.
    
    — Sí, me siento excitado —respondió por fin él.
    
    — Ya veo —susurró el doctor—. Ustedes me dijeron que Hernán tiene problemas tanto de eyaculación precoz, como de impotencia. Lo que es un tanto extraño, ya que, si fuera impotente, no podría lograr la erección, por lo que sería imposible llegar a una eyaculación, sea precoz o no. Entonces debo asumir que su problema de impotencia no es siempre ¿Estoy en lo correcto?
    
    — Es cierto doctor —contestó Lucía, con una expresión de esperanza.
    
    — Y en los momentos en que logra una erección ¿sucede algo en particular?
    
    — ¿Qué importancia tiene? —dijo Hernán, abatido—. Si de todas formas no duro ni cinco minutos.
    
    — No seas así mi amor.
    
    — Claro que importa Hernán. Si podemos resolver el problema de su dificultad para tener erecciones, luego podemos abordar el otro problema.
    
    — Hay posiciones que le resultan más cómodas —dijo Lucía.
    
    — Cuando se pone arriba mío se me baja en segundos. — Agregó Hernán, mostrándose más participativo.
    
    — Ya veo —musitó el doctor ...
    ... Ferrari.
    
    — Además… —Agregó Hernán.
    
    — Además… ¿qué? —inquirió el doctor.
    
    Hernán miró a su novia, como autorizándola a que hable por él.
    
    — Como le dijo mi novio, cuando me imagina con otros, además de sentirse triste, se excita mucho.
    
    — Ya veo. Continúe por favor.
    
    — Una noche discutimos. Él estaba convencido de que yo lo había engañado. Después le demostré que estaba totalmente equivocado, pero en ese momento no podía hacerlo entrar en razón. En un momento me cansé y le dije, sólo para molestarlo “¿Sabés qué? Sí, me cogí a mi jefe” —le apretó la mano a su novio, como conteniéndolo ante ese recuerdo tortuoso.
    
    — Continúe —la instó el doctor.
    
    — Él me agarró de la muñeca. Estaba sacado. Y me preguntaba que como me había cogido mi jefe, que si me puse en cuatro como me gusta, que si se la chupé, que si me acabó en la cara, que con cuántos otros lo había traicionado… — Lucía hizo silencio. Tragó saliva, y agachó la cabeza, algo inusitado en ella. Esta vez el doctor Ferrari no la instó a que continúe, sino que esperó a que ella decida seguir con su relato—. En el forcejeo como que nos abrazamos —siguió contando—, y me di cuenta de que tenía una erección. “¿Esto te calienta?, ¿sentirte un cornudo?” le dije, y él me tiró al piso y me cogió como no me había cogido hacía mucho —terminó de decir la chica, y miró con orgullo a su novio.
    
    — Ya veo —dijo el doctor.
    
    — Igual acabé rápido. — Acotó Hernán.
    
    — Pero me gustó —dijo ella, mirándolo a los ojos. Y luego ...
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