Secuestrada y obligada a prostituirme
Fecha: 24/06/2022,
Categorías:
Transexuales
Autor: ClaudiaZorra, Fuente: CuentoRelatos
... tenían un ligero acento extranjero.
De manera muy sumisa obedecí. De inmediato, uno de ellos me tomó por las caderas, y sin mayor lubricación, empezó a meter esa cabeza gorda de su gigante pene en mi culito.
“Mierda, esto va a doler” - pensé. Y sí, dolió un poco.
Aún tenía algo de esperma en mi culo, de quien quiera que me hubiese cojido antes, así que esa leche hizo las de lubricante.
“Oh mierda”, aun cuando era una violación, era verga sí que se sentía muy rica.
Ese pedazo gigante de carne inició su ingreso, centímetro tras centímetro, desapareciendo dentro de mi cuerpo; lo hizo sin sutilezas, solo agarró mis caderas, y como un martillo automático, clavó toda su hombría en mi interior. A partir de entonces solo se limitó a meterla y sacarla una y otra vez, sin parar, sin cansarse, casi como si yo fuese el último coño en el mundo; al mismo tiempo yo estaba en completo frenesí: ya no pensaba, ni me importaba cómo había llegado hasta allí. En ese instante mi única preocupación era asegurarme que los 30 centímetros de carne dura entren por completo en mi boipussy. Mientras eso pasaba, pude mirar a los espejos alrededor: podía verme, en mis cuatro, completamente abierta, con un macho atrás que me violaba sin piedad; mi cabello, largo y ondulado se mecía al ritmo de mis caderas, cubriéndome todo el rostro.
Mientras eso pasaba, el otro tipo se había estado masturbando para endurecer su pieza. Desnudo, se sentó en el colchón delante de mí. Sabía que se ...
... tenía que hacer: mamársela. Y así lo hice; empecé a chupársela casi con desesperación, tratando de meterla hasta el fondo de mi garganta lo más pronto posible. Él agarró mi cabeza con ambas manos y empezó a empujarla hacia abajo. “¡Trágatela perra!” decía. Tras un par de intentos me metí su mazo carnoso al punto que sus bolas tocaban mi mentón. Mantuve la respiración unos segundos para que su verga se quedara en mi boca todo el tiempo posible. Cerré mis ojos. Sentía como la punta rozaba mi garganta. ¡Era casi divino!
Así seguimos un buen rato. Ambos machos intercambiaban lugar, de mi culo a la boca; las vergas entraban y salían constantemente, dejando cada vez un río de esperma caliente en mis cavidades. Me miré a los espejos: era como ser una actriz porno a quien cogen sin cesar. Disfrutaba realmente de esa vista - me sentía una verdadera puta de burdel. Mientras me montaban desde atrás, mi propia verga, ahora completamente dura, no dejaba de balancearse como un péndulo.
Luego de inundarme con su leche salada, ambos se vistieron y me lanzaron un par de buenos billetes. “Buen trabajo perra”, atinó a decir uno de ellos antes de salir de la habitación. Tuve que descansar unos minutos antes de reponerme. Al cabo de un tiempo, y luego de limpiar mi cuerpo semidesnudo de los rastros de esperma, abrí la puerta. Quería saber de qué se trataba todo esto y cuándo (y cómo) podía irme. De pronto apareció una hembra, una rubia con las tetas al aire; solo llevaba tacos y una panti ...