1. Secuestrada y obligada a prostituirme


    Fecha: 24/06/2022, Categorías: Transexuales Autor: ClaudiaZorra, Fuente: CuentoRelatos

    ... diminuta.
    
    “Toma, para que te recuperes rápido” - me dijo, alcanzando un vaso con un trago desconocido.
    
    Acepté sin pensarlo; tenía la garganta adolorida y me moría de sed. Entonces pregunté:
    
    “¿Dónde estoy? ¿Me puedo ir de aquí?”
    
    Ella me miró con una risa burlona.
    
    “No importa dónde estás; lo que importa es que cumplas con tu cuota mínima”
    
    ¿Cuota mínima? ¿De qué diablos hablaba esta mujer?
    
    “Tienes que servir al menos un día entero, de otro modo, no sales de aquí” me dijo. “Apenas has cumplido cuatro horas desde que te trajeron”
    
    Y antes de que pudiera reclamar, ella desapareció de mi vista. A lo largo del pasillo, aparte de clientes, pude notar lo que parecía ser personal de seguridad. Era bastante claro que me habían secuestrado para forzarme a ejercer la prostitución. ¿Qué más podía hacer? Mientras tanto, noté que el trago empezaba a hacer efectos; se sentía como una dosis de adrenalina: el dolor, el cansancio y el hambre desaparecían; era como un borrón y cuenta nueva de tu cuerpo. “Qué cosa tan rara (y buenísima) pensé”
    
    “Entonces tengo que quedarme otras veinte horas aquí, a merced de cualquier hombre”
    
    Mientras tanto, aproveché los espejos para arreglar mi maquillaje - ok, puede que esté secuestrada, eso no significa que no pueda lucir sexy, ¿verdad? Así que, como siempre, puse un rojo fuego en mis labios, azul metálico en mis párpados y me arreglé el cabello. Afuera, en el pasillo no dejaban de sonar los pasos de varios hombres arrechos y ...
    ... con ganas de coger. Algunos iban semidesnudos, con la verga al aire, exhibiéndose.
    
    No pasaron ni 15 minutos y nuevamente alguien tocó la puerta. La abrí. Era un moreno, negrísimo como una aceituna, de casi un metro ochenta. “Mierda... esto será interesante” Sin presentación alguna, el tipo se quitó el buzo que llevaba puesto. OMFG. Parecía que venía de coger a alguien ya que su verga, también negrísima, se exponía en toda su gloria: un mazo digno de un caballo, del grosor de una lata de cerveza, con una cabeza en forma de hongo grueso, las venas casi a punto de explotar. Estoy casi segura que sobrado pasaba los 30 centímetros de largo. Era como esos dildos tipo burro que había visto en línea.
    
    “Oh mi amor, no importa cómo llegué aquí papito, ven, pasa y dame como todo lo que puedas” le dije con una sonrisa lasciva, mientras él se sentaba sobre la única silla disponible.
    
    En menos de un minuto ya me encontraba encima de él; me senté de espaldas hacia él; agarré esa deliciosa verga y la dirigí hacia la entrada, ya bien abierta, de mi boipussy; “mételo todo negro” pensé; entonces, cogiéndome de la cintura con sus gigantes manos, esa verga de caballo desapareció en mi interior. Sin dudarlo, hice que toda esa carne se meta hasta la base en mi culo, incluso sus bolas rozaban mi piel. “¡oh dios... esto es lo que he esperado toda mi vida!” grité. Cerré los ojos; arqueé mi espalda hacia atrás, mis dedos entre mi melena, mis piernas abiertas casi 180 grados; parecía que iba a ...