Graciela en la cabaña
Fecha: 02/07/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... esperaba en la habitación, y por último Jaime, que entre su borrachera tuvo a bien avisarnos que se iría detrás de su esposa para ver “si quería coger”.
La conversación entre Graciela y yo continuó durante una media hora más, tiempo en el que Eladio se quedó profundamente dormido en el suelo de la sala de la cabaña, y entonces fue cuando tuve aquella idea que podía darme la mejor noche de mi vida, o meterme en un gravísimo problema.
Por alguna razón yo había decidido no tomar tanto aquella noche, así que aun estaba en mis 5 sentidos, similar a Graciela que todavía hilvanaba bastante bien una conversación.
No podía ser que Graciela no se hubiera dado cuenta en todo este tiempo que todos le estábamos viendo de más, así que tomé la decisión de fingir que estaba más borracho de lo que en realidad estaba, y tirarle una o dos miraditas más para ver su reacción ya que no había nadie más.
¿Qué podía salir mal? Ella sabía que los hombres borrachos piensan y hacen estupideces, así que si las cosas no salían bien, tendría mi excusa perfecta.
Entrecerré los ojos y colgué un poco mi cabeza, como si el sueño o la borrachera me estuvieran ya venciendo, y sin perder el hilo de la conversación con Graciela fijé la mirada a su entrepierna, en ese momento cubierta por el vestido que ella misma había acomodado entre ellas para no enseñar nada.
La conversación nunca se detuvo mientras todo esto sucedió.
Graciela se dio cuenta de mi mirada y su primera reacción fue bajar su ...
... mano para acomodar el vestido entre sus piernas, pero mi ahínco no cesó.
No se qué pasaría por su cabeza en ese momento, si lo haría por ego, por calentura o por darle a su amigo el espectáculo que estaba buscando, pero de pronto se acomodó mientras hablaba, des-cruzó las piernas y las levantó solo lo suficiente para dejarme el panorama abierto.
Si era una tanga, en color blanco, que marcaba apenas sus labios vaginales y luego entraba de lleno entre esas dos pequeñas pero bien formadas nalgas que tantas veces me había comido con la mirada y, que hoy, las tenía frente a mi.
¿Ya te estás durmiendo verdad? Me preguntó Graciela, a lo que respondí que no, que solo estaba divagando mirando hacia la nada. ¿Hacia la nada? Preguntó mientras soltaba una ligera risita, y cerró diciendo en tono sarcástico que esperaba que “la nada” me estuviera pareciendo interesante.
Fingí aun más mi voz de borracho, y le respondí que a pesar de que estábamos en una hermosa montaña, esa era la mejor vista que había tenido desde nuestra llegada.
De reojo la vi sonreír. A fin de cuentas, tanta importancia que le daba a su forma física y a su apariencia seguramente no era pensando solo en su marido. A Graciela le gustaba despertar algo en otros hombres, y decidí aprovecharlo.
Metía frases en doble sentido entre la conversación. Mientras hablamos de comida usé la palabra “riquísimas” varias veces mientras volteaba a ver su entrepierna o sus tetas; me referí a la “maravillosa vista” cuando ...