Graciela en la cabaña
Fecha: 02/07/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... hablamos de la montaña, y varias veces dije “ojalá y termine aun mejor” cuando hablábamos de lo bien que la habíamos pasado esa noche.
Graciela se notó nerviosa por momentos, y en otros me siguió el juego respondiendo a mis comentarios con frases en doble sentido que alimentaban aun más su ego.
Aproveché una de las ocasiones en que ella se levantó al baño y me fui a la cocina de la cabaña, muy cerca de la sala pero lo suficientemente alejada para que si Eladio despertaba no escuchara nuestra conversación, y mientras Graciela salía del baño estuve maquilando mi siguiente movimiento, echando a volar la imaginación con tanto realismo que me causó una tremenda y visible erección.
Salió del baño y me vio recargado junto a la estufa. Vino hasta la cocina y apenas entró, notó la erección en mis pantalones.
Se detuvo en seco y se recargó en la barra frente a mi, mirando un segundo mi rostro, y un segundo mi pantalón, sin decir nada.
¿Y a ti que te ha parecido la vista?, le pregunté, lo cual causó un silencio de unos segundos, y luego un: pues no me la esperaba, pero se ve bastante bien.
Comencé a caminar muy lentamente hacia ella, y ella permaneció inmóvil mirándome fijamente a los ojos. Cuando estuve a centímetros de ella me detuve; ella dejó pasar un par de segundos y luego simplemente sonrió.
Entendí perfectamente aquella sonrisa y estiré mi mano para ponerla en su cintura y comenzar a acariciarla hacia arriba hasta toparme con uno de sus senos, el cual ...
... apreté suavemente arrancándole un pequeño suspiro y la reacción inmediata de voltear hacia la sala para ver si su marido no se había despertado.
Entre suspiros se fue girando para quedar de espaldas a mi, recargada en la barra de la cocina, y mirando directo hacia la sala por el miedo a que su marido nos viera; pero poco me importó.
Sin dejar de masajearle las tetas presioné mi cuerpo contra el suyo dejándole que sintiera entre sus nalgas mi erección. Ella inclinó un poco su cuerpo y se recargó con sus manos en la barra.
A como pude le levanté el vestido hasta dejar sus nalgas al aire y continué tallándole mi bulto entre ellas mientras la sostenía de su desnuda cintura.
Graciela se entregó en ese momento a la lujuria, y sin descuidar la vigilancia de su marido, pasó una de sus manos hacia atrás para comenzar a pegarme de pellizcos y agarrones en las nalgas y la cadera.
Me separé entonces de ella y metí una de mis manos entre sus nalgas. Sentí un calor que hubiera derretido la nieve que rodeaba la cabaña. Hice a un lado la tanga y deslicé mis dedos por toda su rajita arrancándole un suspiro ahogado, y ella se afianzó de una de mis nalgas tan fuerte que temí que me dejara un tremendo moretón.
Durante unos segundos la masturbé a placer mientras con mi mano libre mi iba desabrochando el pantalón a tumbos hasta que logré sacarme el miembro y ponérselo sobre una de sus nalgas. Ella lo sintió y giró rápido la cabeza para mirarlo un segundo antes de regresar a vigilar a ...