1. Lucía (Cap. II): Lucía estaba en sus días


    Fecha: 20/07/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Manuman, Fuente: CuentoRelatos

    De no haber sido porque Lucía es la mujer más hermosa que he visto en mi puta vida, el hecho de que me degradaran en mi trabajo para convertirme en el ayudante de ella, sin duda me habría llevado a renunciar de inmediato. Sin embargo, la perspectiva de convivir de cerca con la bellísima Lucía, al ser su subalterno, (y claro, también pensando en lo mucho que necesitaba el trabajo), fue suficiente como para que aceptara el sitio que me ofrecían, sin que me importara parecer un novato, o peor, un incompetente.
    
    Así comenzó la historia con Lucía, esa mujer guapísima, de lindos ojos negros y deseables labios. Dueña de unas piernas fenomenales y un culito de apretadas y redondas nalgas, levantaditas sin duda por el ejercicio. Con sus 33 años, Lucía era divorciada, la mujer más codiciada de la oficina, pero igualmente, la más difícil de conseguir (había rechazado incluso las invitaciones que le habían hecho los güeyes más “caritas” del trabajo, esos que muchas veces alardeaban de ser todos unos “donjuanes”). Por supuesto que ella se daba cuenta del efecto que tenía en los hombres, pero contrario a lo que casi siempre pasa con ese tipo de mujeres, que acaban creyéndose unas divas, Lucía se comportaba siempre de forma amable con todos, aunque eso sí, guardando religiosamente esa distancia impersonal que le imponía a todo el mundo. Por esa forma de ser, fue que muchos comenzaran a calificar a la guapa Lucía como una “calientahuevos”, lo cual era totalmente injusto, pues ella jamás ...
    ... coqueteó con alguno de nosotros, para luego dejarnos picados con las ganas de cogérnosla. Debo decir que yo me incluía en ese grupo de jueces idiotas, como si fuera posible recriminarle el hecho estar tan buena y no compartirnos aunque sea un minuto de su cuerpo, solo porque se nos antojaba. Pero con el tiempo fui conociendo a Lucía, comprendiendo que aquél modo tan serio de tratar a sus compañeros, era una especie de armadura, una defensa que ella misma levantó en torno a sus sentimientos, tras haber sufrido las peores decepciones en una relación enfermiza con el que fuera su ex esposo y más tarde, con un cabrón que aprovechó su momento bajo para hacerle cosas bastante indecibles.
    
    El trato personal y cotidiano que propició nuestra relación de trabajo, fue dando paso a la amistad y a que Lucía poco a poco fuera bajando sus defensas cuando platicaba conmigo de asuntos privados, lo que me llevó a enamorarme de ella y a desearla al punto de desarrollar una irremediable fijación por su cuerpo, que me obligaba a masturbarme do o tres veces al día pensando en la sensualidad de sus deliciosos muslos cuando usaba esas faldas de oficinista que tan ricas le quedaban, o imaginando sus dulces y carnosos labios rodeando mi verga. Aquellos placeres en solitario constituían la única vía de escape a la atracción que la delicada figura de esa mujer y sus rasgos perfectos ejercían sobre mí. Así que nunca me habría imaginado que la buena suerte fuera a sonreírme y menos en medio de la peor ...
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