Lucía (Cap. II): Lucía estaba en sus días
Fecha: 20/07/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Manuman, Fuente: CuentoRelatos
... había comportado de esa forma seductora. Yo me creí el tipo más afortunado de la oficina y me resultaba imposible no hacer caso al constante cachondeo al que me sometía esa hermosura de mujer, mucho menos después de haber disfrutado de las delicias de su cuerpo, que si ya antes de tener sexo con ella, me volvían loco, ahora que las había probado, terminé excitándome de tal modo, que aquél día tuve que “jalarle el pescuezo al ganso” encerrado en el baño, al menos unas 5 veces.
Cerca del final de la jornada, ya no tenía ninguna duda. Si Lucía necesitaba una relación seria, yo con gusto se la daría, con tal de tener a esa mujer solo para mí. Así que le pedí que me esperara en su coche a la hora de la salida. –Necesito preguntarte algo importante- Le adelanté, sabiendo de antemano que Lucía sentía debilidad por las cursilerías, como las románticas declaraciones de amor.
Hacía tanto tiempo que yo no pasaba por algo semejante, que me sentía ridículo al pensar en lo que le diría a Lucía, e incluso debo aceptar que también me puse algo nervioso, como un chavito de secundaria que se le va a declarar a la morrita que le gusta. Así que más tarde, cuando me adelanté a la salida, como me lo había pedido Lucía, para no dar motivo a los chismes de oficina, me encontré con Filemón, el guardia que se encarga de cuidar durante las noches el edificio donde trabajamos, quien al verme, de inmediato me retuvo para charlar como muchas veces lo hacía, aunque esa noche de viernes yo lo único ...
... que deseaba era largarme y poder besar de nuevo a Lucía.
Filemón, el guardia, era un buen sujeto, de esos que tienen anécdotas por millares y habíamos forjado algo parecido a una amistad, por lo que se me hizo algo “mala onda” cortarle la plática sin motivo aparente.
-¿Otra vez tarde, Manolo?- Me preguntó el viejo, a quien le gustaba intercambiar impresiones conmigo de lo bien que se veía Lucía con tal o cual atuendo, pues como yo y cualquier hombre en la oficina, el vigilante del turno de la noche, tampoco era inmune a los encantos de tan espectacular mujer. Luego de liberar nuestro morbo, hablábamos de fútbol, las noticias y demás estupideces.
-Así es, mi buen Filemón. Trabajando hasta tarde otra vez- Le respondí, extendiendo la mano para saludarlo.
-Oye, Manolo- Dijo el hombre de unos sesenta y tantos años, gordito y canoso, haciendo una pausa para abrir la puerta del edificio con el botón que había para ello en el mostrador, pues en ese momento Lucía dejaba el edificio, sorprendida de encontrarme todavía ahí.
Filemón y yo nos quedamos mirando el fabuloso culo de Lucía, quien se despidió del velador y de mí, como sin nada. Ese día, Lucía había asistido a la oficina con un pantalón negro, tipo sastre. Que hacía ver su redondo y levantado trasero completamente despampanante, lo que sumado a la blusa blanca y ceñida que había elegido delante de mí aquella mañana, se marcaba la tentadora curva de su estrecha cintura, convirtiendo el atractivo cuerpo de Lucía en el ...