1. Que Bonita es la Venganza...


    Fecha: 22/07/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... señas con uno de sus dedos para que me acercara. Lo hice, y pude ver en primera fila cómo su lengua traviesa degustaba esa zona detrás de los testículos que está muy cerca del orificio anal al que de pronto se aventuró. Su amigo respingó al recibir la lengua de Margarita en esa zona. Y pronto comenzó a incursionar más en esa zona, arrancándole suspiros a su amante.
    
    —Vaya, no sabía que te gustara tanto que jugaran con tu agujerito...
    
    Margarita me hizo señas para que yo también le lamiera el fundillo a su amante, a lo que me rehusé en rotundo, haciendo cara de repulsión. Ella continuó entretenida jugueteando con su lengua en ese mismo lugar.
    
    —Si te gusta que juegue con la lengua en tu hoyito, supongo que no te molestará si hago lo mismo con un dedito, ¿verdad?
    
    De nuevo, me hizo la invitación para que fuera uno de mis dedos el que intentara meterse por aquel agujero. Yo negué con la cabeza y no tuvo más remedio que ser ella la que usara sus dedos ensalivados, primero uno y después dos, siempre animada por los suspiros “in crescendo” de su amante.
    
    —Huy, que sorpresa descubrir que te gusta tanto que jueguen con tu tesorito... Pues te tengo una sorpresa a ti también... Invité a alguien para que también juegue con él.
    
    Entonces me animó a que me subiera a la cama y ocupara mi posición a la retaguardia de aquel individuo inmovilizado en la cama. Él no se había percatado de mí, giró su cabeza intentando averiguar de quién era la presencia ajena en la cama, pero su ...
    ... posición no le permitía tener una clara visión de mi identidad. Margarita dio una par de salivosos lametones al ano del hombre y luego hizo lo propio con el consolador que yo llevaba ya atado a la cintura.
    
    —Bueno, lo que pasé de aquí en adelante sólo es cosa de ustedes... Yo me retiro, antes de que se enfríe la pizza; cualquier cosa, voy a estar allá abajo viendo la tele...
    
    Antes de marcharse, se acercó a murmurarle algo al oído:
    
    —Que no se diga que no cumplo tus caprichos, ¿eh?... Tanto que me estuviste pidiendo que te la volviera a traer para coger de nuevo... Pues ahí la tienes, no exactamente donde la querías, pero ahí la tienes...
    
    Después, se acercó a mí y depositándome un suave beso en los labios susurró:
    
    —Suerte, corazón...
    
    Y se marchó como si lo que fuera a suceder en ese lugar ya no fuera su responsabilidad.
    
    El tipo se movía inquieto, intentando liberarse de sus amarras. Yo coloqué ambas manos sobre su trasero, para aquietarlo mientras intentaba dirigir el instrumento plástico hacia mi objetivo. En cuanto logré apuntalar un poco, de un solo golpe de caderas se lo incrusté hasta el fondo. El gritó que profirió hubiera sido más sonoro si su boca no hubiera estado bloqueada. El consolador no era ni muy largo, ni muy grueso, pero cualquiera hubiera rogado por un poco más de lubricante antes de recibir semejante estocada sin la menor muestra de aprecio.
    
    Comencé a moverme, embistiéndolo sin miramientos, igual que él había hecho para conmigo. El tipo se ...
«1234...»