Mi entrañable enfermera
Fecha: 30/07/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Alphy Estevens, Fuente: CuentoRelatos
Llegué a la emergencia del hospital con síntomas aparentes de Covid19. En realidad me sentía bien, sin embargo, la unidad de prevención CV19, me secuestró y arrastró sin derecho a pataleos.
Me pasaron a una sala atestada de enfermeras en donde el olor a alcohol mezclado con sudores de todo tipo, se fundían y producían una sinfonía de aromas indescriptibles. Me sentaron en una camilla clínica con ruedas en sus patas y me exigieron que esperara a ser atendido.
Tengo 19 años vividos sanamente. Jamás había visitado la sala de un hospital. Solo una vez me llevó mi mamá, cuando tendría unos 14 años, para examinar mi polla la cual creía era demasiado grande para mi edad. En esa ocasión, el doctor le informó a mi madre que mi armamento estaba entre los parámetros normales pero que no dejaba de ser un tamaño que impresionaba. Eso bastó para que mi vieja se tranquilizara y dejara de preocuparse por eso. La verdad es que ahora, pasados estos años, mi polla es la envidia de todos mis compañeros del equipo de futbol. Lamentablemente, mi timidez no me ha permitido probar las mieles del placer carnal. Eso sí, me auto medico diariamente con enfermiza religiosidad.
Tatiana llevaba quince días sin ir para su casa. La veterana enfermera, seguía con exactitud las indicaciones y el protocolo de confinamiento impuesto por el gobierno. Quince días interna por dos días en su casa. En sus cuarenta y cinco años, nunca había vivido una situación como esa. En condiciones normales, su trabajo ...
... tenía un horario 24/24 como decían en el argot médico. En realidad ella nunca cumplió esas condiciones laborales, generalmente lo sobrepasaba por horas y hasta días. Era una mujer entregada a su trabajo.
Tanto ajetreo y tanta pasión por su profesión, le habían impedido construir una familia. Su único hobby, además de leer, consistía en acudir dos horas de su limitado tiempo, al moderno gimnasio que estaba ubicado cerca de su casa. Ahí se distraía, además de ejercitándose, mirando los cuerpos tallados y sudorosos de los jóvenes que allí acudían. En su monótona vida, solo había tenido algunos encuentros sexuales en su pasantía por el colegio de enfermeras. De eso ya habían pasado quince años. Sus compañeras de sala, no se cansaban de alentarla a que se divirtiera y sacara provecho a su exuberante cuerpo. Sí, Tatiana estaba dotada de unas extremidades inferiores que parecían esculpidas por el más experimentado artista del renacimiento. Su pelo rojizo, adornaba como un arrebol su encantado rostro inmaculado. Sus no tan exagerados pechos, se erigían imponentes como dos montañas coronadas con un botón rosado en su cima. Nadie se explicaba como no había logrado casarse. Todo el personal masculino y, alguna que otra colega, se deleitaban ante la presencia de la elegante y voluptuosa enfermera.
La vi acercándose a mí. Por mi intuición y por los bellos ojos aceitunados que logré atisbar a través de la cantidad de protectores que cubrían su rostro, presentí que se trataba de una ...