1. Mi entrañable enfermera


    Fecha: 30/07/2022, Categorías: Hetero Autor: Alphy Estevens, Fuente: CuentoRelatos

    ... mantenimiento solo acudía a las emergencias técnicas que se presentaban.
    
    No sabía que estaba haciendo. El espíritu lujurioso que se había apoderado de ella, la empujó a ese precipicio de insensatas decisiones. Con la camilla, empujó la puerta del oscuro salón y atravesó una silla desde adentro para trabarla y evitar que alguien pudiese entrar.
    
    ¿Qué está pasando? Me pregunté. ¿Adónde me lleva esta mujer? Montado en aquella camilla que se abría paso por aquel pasillo, pasaron por mi mente infinidad de cosas. ¿Habría hecho algo mal? ¿Tendré algo grave y me van a examinar en otro lado?
    
    Cuando se abrió aquella puerta y noté que la frenética enfermera la trabó con una silla, no supe que pensar. Entre la erección y el jueguito con su codo en mi polla, y el nerviosismo del desalojo sorpresivo, mi mente no lograba coordinar mis pensamientos.
    
    Cuando encendió la luz de aquella habitación llena de aparatos, todos los accesorios que cubrían su pelo y su rostro ya no los tenía.
    
    -No te asustes -me dijo.
    
    -Allá hay mucha gente y creo que tú no tienes Covid19. No quiero que te contamines -agregó.
    
    -Siento una protuberancia en tu abdomen y quiero descartar cualquier cosa -Me dijo con total convencimiento.
    
    Seguidamente, quitó su otro guante y me apretó con sus dos manos mi ingle.
    
    -Ves. Aquí siento algo raro. ¿Te duele?
    
    Quise responderle que lo que me dolía era mi pene de tanto estar bombeando sangre, pero me contuve.
    
    -un poquito -respondí con voz asustada.
    
    -Es ...
    ... probable que tengas un poco de inflamación en tu colon o una obstrucción -me dijo.
    
    -Voy a masajearte unos minutos, con un poco de movimiento, podrás recuperar la motricidad de los intestinos -exclamó.
    
    Sus hábiles dedos siguieron danzando en mi torso y su codo volvió al ataque previo en la sala de urgencias. Aquel incesante vaivén de sus dedos y el cada vez más inusual y descarado movimiento con su antebrazo, me hicieron dudar de la veracidad de aquel diagnóstico. Algo no me cuadraba. El olor penetrante e inédito que transpiraba, y su cada vez mayor jadeo, me indicaban que se encontraba igual que yo. Fuera de sí. Excitada y enajenada como me encontraba yo. De muy dentro de mí, saqué fuerzas y le dije:
    
    -Abajo, más abajo. Ahí me duele más.
    
    Me la había jugado e indiferentemente solté aquella frase que disfrazaba las ganas que tenía que me tocara mi desafiante polla. Lentamente, fue acercando su mano al borde de mi short y me pregunto:
    
    -¿Ahí, te duele ahí?
    
    -Más abajo, por favor -exclamé
    
    Su mano siguió deslizándose dentro de mi prenda deportiva y con movimientos juguetones se aproximaban a la base de mi torreta.
    
    -¿ahí te duele? -Preguntó apretando el pie de mi cañón
    
    -Sí, sí, ahí, por favor. Tómelo con fuerza que me va a explotar -le dije.
    
    -Sabía que algo andaba mal. Pocas veces me equivoco con mis diagnósticos. Voy a retirar tus prendas -agregó con la vista desorbitada.
    
    Al quitar las amarras que ataban mi mastodonte, se liberó el monstruo de cabeza ...
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