1. Un fin de semana de mucho placer (1/2)


    Fecha: 04/08/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: John18, Fuente: CuentoRelatos

    ... completo y sin más empecé a besar su vagina. Mi lengua recorría cada rincón y mi boca salivaba por el deseo de comerse esa zona caliente y suave que ahora estaba totalmente dispuesta a mi voluntad. En aquellos años, tenía una técnica básica pero muy efectiva: escribir con mi lengua el abecedario, primero en mayúsculas, después en minúsculas. Tomándome todo el tiempo del mundo. Disfrutando de aquella mujer voluptuosa y mayor, que había ocupado mi cabeza en los últimos meses. Una vez. Otra más. Una vez más. Tres veces seguí el mismo ritual del abecedario, entregándome totalmente a su sexo. Estaba tan concentrado en aquello que no vislumbré cuando ella, en un estado de excitación total, tomó con sus manos la sábana y la apretó con fuerzas, como queriendo controlar aquello a lo que se había negado horas antes.
    
    Cuando ya mi verga estaba que explotaba de deseo, recompuse mi posición y me subí sobre ese cuerpo delineado y deseado, pero ella me sorprendió y me dijo "ahora es mi turno". Me puso boca arriba y se arrojó a mi pene, comiéndoselo como nunca antes lo habían hecho. Su lengua recorría cada rincón de mi verga, succionaba la punta y besaba mis ...
    ... testículos que reventaban a más no poder. Cuando sentía que más no podía, la tomé por la cabeza y la jalé hacia mi. Me montó y cuando mi verga por fin logró entrar en su cavidad, los dos nos fundimos en un gemido que después nos robó una sonrisa a los dos. Su sonrisa nuevamente.
    
    La manera en la que me montaba me volvía loco, con movimientos firmes y a veces más profundos, ver sus tetas colgando sobre mi cabeza era maravilloso. La tomé por las caderas y con mis manos hacía aún más profunda la penetración. Cuando sentía que iba a terminar y venirme sobre ella, la cambié de posición, la puse en cuatro y la embestí con todo lo que tenía. Nuestros cuerpos estaban húmedos y su perfume se hacía más penetrante. Justo cuando disfrutaba de sus nalgas con mis manos y la embestía, sentí como subía por mi pene toda mi leche, así que le di un par de nalgadas y clavé mis uñas en ese culo que tan bien lucía en las tardes del Congreso, liberé un grito sonoro y dejé ir sobre ella todo lo que tenía. Nuestros jadeos estaban en sincronía, llevaban el mismo ritmo y reflejaban la misma sensación de satisfacción. Pero no era suficiente para mi, todavía faltaba su orgasmo. 
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