El regalo: Un antes y un después (Vigésima sexta parte)
Fecha: 11/08/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
—Señora Silvia ya está listo su té y la taza de café para el señor. ¿Se lo alcanzo ya? —No dolores, muchas gracias. Le respondí.
—Deja qué se lo llevo yo. Amanda me avisó que se demora un poco pero de Magdalena aún no sé qué le ocurrió. ¡Espero que don Hugo no se dé cuenta! Mejor voy a hablar con él. ¿Podrías rociar las flores, mientras tanto? —Y la señora Dolores como siempre, muy humilde me sonrió, para devolverse luego al interior de su cocina y yo, iba tras de ella por esa taza de té y claro, el café también.
Y bandeja en mano, abusivamente me introduje a su oficina, sin golpear.
—Buenos días don Hugo, aquí tiene su café. ¿Cómo se encuentra hoy? —Lo saludé con normalidad en la voz, y un súbito temblor en mi interior.
—Buenos días Silvia, yo estoy bien. ¡Gracias por el café! ¿Y tú? ¿Ya te encuentras mejor? —Me saludó tan común y corriente, como si entre los dos no hubiera sucedido nada fuera de lo normal.
—Ayer me pasé la mañana sumamente preocupado, pensando en ti. Espero que puedas superar la situación con él. —Me habló bajando un poco la voz, previendo que alguien fuera de la oficina nos escuchara, más yo sabía que estábamos, prácticamente solos.
—¡Ayer se lo confesé todo! —Le contesté.
Ni supe bien porque a él se lo tenía que decir. Tal vez lo hice para ir abriendo un camino a las disculpas que sentía yo que le debía, por mi mutismo, tan abstraída en mis pensamientos, al salir del hotel y al comportamiento huidizo, cuando llegamos a Madrid. De ...
... paso sentándome en la silla de la izquierda, al frente de su escritorio y sosteniendo la taza de té con las dos manos y mi jefe en frente mío, con sus ojos grises analizando seguramente, mi relajada postura, buscando en mi expresión, la fisura que le permitiera acercarse de nuevo a su ángel salvador. ¡Con sus segundas intenciones!
—Magdalena llega hasta la tarde, ayer solicitó permiso para adelantarse una revisión ginecológica. —Me comentó, disipando mi preocupación–. Por lo tanto podremos hablar de lo sucedido en Turín, con tranquilidad. ¿Y cómo se lo tomó tu esposo?
—La verdad que es la hora y no lo sé. —Le respondí con sinceridad. —Rodrigo la noche anterior se mantuvo distante y alejado de mí. De nuestros hijos no. Creo que está sopesando… ¡Evaluando mi comportamiento en esa ciudad! —Le terminé por comentar.
Y bebiendo un buen sorbo a su café, se puso en pie dando el rodeo acostumbrado a su escritorio para llegar a sentarse en una esquina del cómodo sofá de piel. Por lo tanto, me vi en la imperiosa necesidad de girarme en la silla y con femenina discreción crucé una pierna sobre la otra, estirando lo que pude el largo de mi falda entallada y que gracias a su abertura trasera, me facilitó aquel movimiento.
—Ayer hizo demasiado calor y por lo visto hoy no será diferente. —Dijo de improviso, dirigiendo el gris de sus ojos hacia el exterior y liberando de presión un poco su garganta, ampliando en algunos centímetros el nudo de la corbata.
Y sí, giré mi cabeza hacia ...