Mi vecino de planta baja
Fecha: 14/08/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Dulce Adicción, Fuente: CuentoRelatos
Fue un jueves de una tormenta fuertísima, estaba esperando que mi hermano llegase de trabajar como todos los días para poder abrirle con rapidez y no se empapara afuera. Casi una hora de espera cuando recibo un mensaje de que no iba a venir. Al darme la vuelta para entrar a mi casa noto el ruido a moto, era el chico de abajo. Decidí actuar como buena vecina y fui a abrirle la puerta a él para que entrara. Me agradeció y cada uno se fue a su casa.
Robert era un venezolano de 29 años, morocho, flaco, no más de 1.80 m de altura; había llegado hace tres años a la misma casa la cual se dividía en planta alta y baja. Yo vivía arriba. Desde el primer día hubo mucha química entre ambos, pero al él vivir con su novia nada era posible. Tres años pasaron, ella se separó de él y él quedó viviendo solo. Ya tantas cosas pasaron en ese tiempo que, a mí, poco me gustaba. Si bien nos reuníamos a charlar de vez en cuando en la entrada compartida, más de eso no sucedía. Hasta que ese jueves llegó, la lluvia cesó y con eso la cañería se rompió dejándome sin agua. El faltante de esta se hizo sentir, siendo que la hora de trabajar se acercaba. Las ventanas de mi cuarto dan hacia su patio, por lo que habrá escuchado mis gritos e insultos maldiciendo a cada quién se me pasara por la mente en ese momento. En eso escucho sonar el timbre varias veces, con el pijama aún puesto, atendí. Era él.
-Vecina, perdón que me entrometa, pero no pude evitar escuchar lo del agua.
-Sí, debo ir a trabajar y ...
... no sé qué haré.
-Sé que confianza no hay mucha, pero si deseas puedes utilizar mi baño, es un segundo, no habría problema alguno. Ayuda por ayuda. -Exclamó guiñando un ojo para luego sonreír.
Lo dudé, era verdad que confianza no había y si bien me gustaba no lo conocía. Le agradecí, me dijo que solo tocara el timbre si precisaba. Subí a buscar mi ropa, mi día de trabajo ya estaba perdido, pero era a él a quién no quería hacerle perder el tiempo aparte una ducha para bajar el estrés no vendría nada mal. Llevé sólo lo justo y sin pensarlo tanto bajé, toqué timbre y esperé a que me abriera. Me abrió, le agradecí de nuevo por la amabilidad y me indicó donde se encontraba el baño.
Entrando, cerré la puerta detrás de mí e hice lo que correspondía. Su perfume rondaba toda la casa, te penetraba por completo la cabeza. Al abrir la ducha y empezar a desvestirme, noté lo húmeda que estaba. No sé si fue el estar en su casa o que sucedió, pero la calentura subió a mil. El sólo saber que Robert se encontraba tras la puerta hizo que mi humedad aumentara, así que decidí meterme a la ducha la cual era cubierta por una mampara de vidrio, el agua estaba fría, comencé a tocarme. La verdad que a mis 27 años no me quejaba más de mi cuerpo, lo disfrutaba. Castaña, ojos marrones, tetas medianas, algo rellena, pero con un culo que a varios hombres volvía loca.
El roce de mis dedos sobre mi clítoris, el imaginar a mi vecino cogiéndome y lo excitada que estaba, hicieron que acabe largando ...