El profesor de natación
Fecha: 25/08/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... después de que los dos chicos desaparecieran también por las puertas hacia los vestidores. Entonces me levanté y salí del gimnasio. Fui al aparcamiento, arranqué el coche y me fui sin esperar a Natalia.
Llegué a casa después de dar vueltas por la ciudad con el coche durante varias horas. Era muy tarde. En el comedor la mesa estaba preparada para los dos pero tan solo había un plato a medio acabar. El mío debía estar en el microondas. Venía siendo habitual esta escena en los últimos meses, pero ese día me sentí desplazado del mundo, de ese mundo en el que yo llegaba a una hora razonable y mi novia me esperaba con la cena preparada, una botella de vino abierta y unas velas sobre la mesa. De ese mundo en el que comentábamos el día en la sobremesa con un yogurt o un trozo de tarta de los que a ella le gusta preparar de vez en cuando. De ese mundo en el que algunas noches nos abrazábamos y hacíamos en amor en el sofá o en la cama, o simplemente nos abrazábamos hasta quedarnos dormidos con algo en la tele… Ahora el mundo era un lugar donde ella y yo hacíamos nuestras vidas y apenas coincidíamos, donde yo era el último en salir de la oficina y ella distraía su tiempo con sus aficiones. Un mundo donde ella se apretaba a hombres de dos metros a los que les sobraba músculo, por todas partes…
Me metí en la cama intentando no despertarla. Medio adormecida se giró hacia mi y susurró un “buenas noches” y algo parecido a un “te quiero”. Yo le respondí con un “yo también” mientras ...
... ella se apretaba contra mi cuerpo, ponía su pierna izquierda sobre las mías y apoyaba la mejilla en mi pecho. Y así nos quedamos, ella dormida de nuevo y yo en vela, notando su cuerpo contra el mío, su muslo sobre mi entrepierna. Imaginando nuevamente, como me había estado imaginando toda la tarde, las sensaciones de ese abrazo entre Natalia y el nadador. Imaginando el tacto de sus manos en los glúteos de ella, sus pechos apretados contra los abdominales de él, su pene contra el vientre de mi novia. Cuando me di cuenta mi propia polla estaba dura, yo sorprendido y Natalia demasiado dormida.
La semana siguiente ni siquiera la rutina consiguió hacerme olvidar ese abrazo. Por momentos pensaba que todo era una estupidez, que tan solo fue un abrazo entre amigos. Pero otras veces recordaba con acidez como los dos chicos parecían haber comentado la jugada cuando Natalia se fue a los vestidores y me imaginaba que en cualquier momento el nadador intentaría dar el siguiente paso. Al final, después de mucho darle vueltas, decidí que necesitaba saber más, que no podía sufrir la duda de lo que había pasado, estaba pasando o pasaría. Así que decidí ir por la piscina. El cuerpo del amigo de Natalia no dejaba margen a dudas: el tío debía pasar muchas horas en el gimnasio y en el agua entrenando. Era cuestión de ir por allí en horas en que Natalia trabajaba e intentar coincidir con él.
Al día siguiente puse en marcha el plan. En la oficina dije que tenía hora con el médico y me acerqué en ...