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El profesor de natación
Fecha: 25/08/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... coche hasta el gimnasio. Llevaba en el maletero una bolsa de deporte que había preparado de madrugada mientras Natalia aún dormía. Pagué una entrada con derecho a usar todas las instalaciones del club durante un día y me dirigí a los vestidores. Me puse los pantalones de deporte, una camiseta vieja y unas zapatillas y me dirigí al gimnasio. Era media mañana y el lugar estaba lleno de tíos cachas haciendo músculo y las pocas chicas que había estaban haciendo cinta o stepping aisladas del mundo por sus MP3. Se me acercó un preparado físico del club, le metí diciendo que quería recuperar un poco la forma y me puso a hacer calentamiento. Mientras hacía bicicleta miraba a todos lados intentando localizar al nadador. Después pasé a hacer abdominales, cinta y algo de peso para brazos y piernas. Una hora después estaba sudado y muy cansado. Me fui al vestidor y me di una ducha antes de salir a la piscina. Pero allí tampoco estaba. Pensé que mi plan era una birria y, demasiado patoso después de una hora de gimnasio como para ponerme a nadar, decidí volver a la oficina. Esa noche cuando llegué a casa estaba reventado, me dolía todo el cuerpo. Como no quería explicarle a Natalia nada intenté que no se notara pero fue imposible. Iba medio cojo por las agujetas en las piernas yapenas podía girar el tronco sin quedarme sin respiración. Le dije a Natalia que debía ser una mala postura en el trabajo y ella me regañó diciéndome que debía cuidarme más. “¿Porqué no te apuntas al gimnasio ...
... conmigo?”. La situación era casi cómica. Tan solo tardé unos días en volver a estar demasiado desesperado. Mis pensamientos habían llegado a valorar que el sexo entre Natalia y yo seguramente no la satisfacía. Desde que yo llevaba este ritmo de vida en el trabajo nuestros encuentros amorosos habían decaído mucho en frecuencia y calidad. Desde aquel día en la piscina dos semanas atrás habíamos hecho el amor dos veces tan solo. Curiosamente en ambas ocasiones yo había estado especialmente excitado y activo, intentado dominar el movimiento de nuestros cuerpos, intentando imponerme sobre ella. Las dos veces yo me había corrido antes que ella y después de eyacular me había sentido vacío y hundido. Cuando volvía del lavabo de quitarme en condón me disculpaba e intentaba acariciarla un poco. Ella sonreía diciendo que no pasaba nada, que yo estaba muy cansado, que me quería mucho y que intentase dormir un poco. La frustración crecía en mí. Consciente de que tenía a Natalia insatisfecha sexualmente cada vez dudaba menos que por poco que el nadador intentase algo con Natalia ella caería entre sus brazos. Les imaginaba haciendo el amor en el vestidor, él sosteniéndola en el aire y penetrándola profundamente, con fuerza, casi con violencia. Ella sudando y gimiendo, agarrada a su poderoso cuello. Tanta potencia física debía tener el don de arrancar varios orgasmos de su presa antes de correrse él mismo. ¿Cómo podría yo competir con un semental como ese tío? En algunos momentos de mis ...