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El profesor de natación
Fecha: 25/08/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... alocadas elucubraciones ya daba a Natalia por perdida… Tardé menos de una semana en volver a poner en práctica mi plan. Esta vez me planté en el club a primera hora de la mañana, antes de ir al trabajo. El mismo preparador físico del primer día me dio las tablas y me puse a hacer bicicleta. Debían ser las ocho y media cuando apareció él. Llevaba unos pantalones de deporte negros de esos elásticos que le llegaban a media distancia de la rodilla y una camiseta amplia que más que llevarla puesta parecía que la llevaba “colgada” de los trapecios. Le seguí con la mirada mientras se dirigía a la cinta donde estuvo corriendo un rato antes de ir a la zona de pesas. Aproveché entonces para cambiar de actividad y me fui también hacia el banco para potenciar los cuádriceps. Apenas estaba a unos metros de él. Mientras me esforzaba levantando las pesas con la pierna me hacía el distraído mirando a mi alrededor, pero deteniendo la mirada más tiempo sobre él. Al poco cambió la máquina de bíceps y tríceps por la de pectorales, levantando con esfuerzo dos grupos de pesas a base de juntar los antebrazos hacia el frente. Desde mi posición le veía casi de frente. Se había quitado la camiseta y me fijé como los músculos de su pecho se tensaban y relajaban, inflándose y estirándose con cada serie, con los pezones, oscuros y pequeños en la parte inferior del pectoral, apuntando al suelo. El esfuerzo se hacía patente en su cara angulada y lampiña. El sudor perlaba su frente y su ...
... pecho. Pero lo que más me aturdió fue descubrirme mirando su entrepierna, donde bajo el elástico del pantalón su dibujaban un par de pelotas apoyadas sobre la banqueta y un pene que cargaba flácido hacia la derecha sobre el muslo. Y digo flácido porque en ese estado parecía que se encontraba a juzgar por su posición de reposo, aunque por el grosor y la longitud que le adiviné el mío en su máximo esplendor habría sufrido en la comparación. Un sudor frío me recorrió el espinazo y me sentí mareado. El abrazo del otro día me bailaba en la cabeza. Creí desfallecer por un momento, notaba un gran vacío en el estómago. Entonces noté como alguien me agarraba por el hombro. "¿Se encuentra bien?" ¡Era él! En mi aturdimiento no había visto cómo se levantaba y se dirigía hacia mí, seguramente preocupado por la palidez que debía reflejar mi cara. Balbuceé un "sí" poco convincente y le dije que estaba un poco mareado. El me dijo que no hacía buena cara y se ofreció a traerme un vaso de agua. Le di las gracias pero le dije que no hacía falta y que iría a las duchas a refrescarme un poco. Con lo que me levanté rápidamente y a punto estuve de caer con igual rapidez sino llega a cogerme él. "Vamos, será mejor que le acompañe". Y a pesar de mis quejas me llevó prácticamente en volandas hasta los vestidores. Una vez en los vestidores, y mientras yo intentaba recuperarme un poco sentado en un banco, se presentó. Se llamaba Toni y tenía una beca de natación que compaginaba con un trabajo a tiempo ...