1. Cuckold (2): La mujer de un amigo


    Fecha: 03/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    Con mis amigos del barrio nos juntamos todos los sábados a la noche, para jugar a las cartas, ver un partido, o simplemente para hablar boludeces y tomar birra toda la noche. A mi mujer no le gusta mucho esa costumbre, pero la mantengo contenta llevándola a pasear casi todos los viernes, y preparando un rico asado familiar para compartir con ella y nuestros nenes, quienes se hacen cada vez más grandes.
    
    Casi siempre nos juntamos en el barcito del club del barrio. Don Alvarado, el encargado del bar/buffet, es un amigo, y no tiene drama en dejarnos hasta altas horas de la madrugada, incluso cuando el bar ya está cerrado para el público en general.
    
    Pero otras veces nos juntamos en casa de Martín. Su mujer es enfermera, y suele trabajar de noche. Es el único que tiene, de vez en cuando, la casa sola los fines de semana. Así que aprovechamos esa movida y nos reunimos ahí, ya que es más confortable.
    
    El sábado pasado tocaba ir a la casa de Martín. A eso de las nueve ya me preparaba para salir.
    
    —Así que te vas a tu reunión de machos —dijo mi mujer— No te cuesta nada quedarte un sábado al menos.
    
    —No seas pesada Beti, es el único día que me tomo para mí —me defendí, y era cierto.
    
    Después de una corta discusión, la convencí de que me dejara de joder. Beti es muy insegura y desconfiada, y a pesar de que le juré mil veces que nunca la engañaría, ella sigue fantaseando con que en esas juntadas con los muchachos, nos vamos de putas o algo por el estilo.
    
    Me fui, ...
    ... convencido de que me esperaba un sábado de risas, charlas y alcohol, nada diferente a otros encuentros. Por supuesto, si eso fuera cierto, no valdría la pena haber comenzado este relato.
    
    La casa de Martín está a tres cuadras de la mía, así que fui tranqui, caminando. Como era temprano -A eso de las diez más o menos-. Todavía había mucha gente dando vueltas por la calle. Principalmente los pendejos que salían de los kioskos con botellas de birra para empezar la previa. Varias pendejitas del barrio andaban con tremendas calzas, polleritas, y tops diminutos, hechas unas gatitas alzadas. Y pensar que a muchas de ellas las conozco desde que habían nacido. Las había visto ir a al jardín y al preescolar de la mano de sus padres, las había conocido cuando las tetas apenas empezaban a notárseles. Y ahora ya eran todas unas mujercitas dignas de ser bien cogidas.
    
    Igual, siempre disimulo la mirada de hambre cuando me cruzo a esas pendejitas. Porque Beti tiene la costumbre de salir a la vereda para asegurarse de que yo vaya a donde le dije que iba a ir, y no me desviaba a cualquier lado. Si me llega pescar en una de esas, se me arma tremendo quilombo. La última vez que me pescó mirando un culo, me dio vuelta la cara de un cachetazo. Ahora con la lección ya aprendida, trato de comportarme como un señor, al menos en el barrio.
    
    Cuando estaba a una cuadra de la casa, le mandé un mensaje a Martín, avisándole que estaba llegando. Hacía unas horas le había escrito para confirmar si se hacía la ...
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