Cuckold (2): La mujer de un amigo
Fecha: 03/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... juntada, pero no me había contestado, y de hecho, no vio el mensaje. Ahora pasaba lo mismo. Ni siquiera había aparecido la segunda tilde, que según me había explicado Nicolás, mi pibe, significaba que el mensaje había llegado a su destino.
Así que toqué el timbre nomás. Si sabía en el quilombo en el que estaba a punto de meterme, hubiese vuelto a mi casa nomás.
El que salió a abrirme el portón fue Quique. Es increíble cómo le crece la barriga mientras su cara es cada vez más delgada. Y esa noche, los ojos parecían más hundidos y grandes que nunca. El pobre tiene cuarenta y cuatro, y está hecho bolsa.
—¿Y Martín? —Pregunté, extrañado de que no fuera él quien me recibiera.
—Todavía no llegó, Vanesa dice que se quedó en un embotellamiento en Capital, y encima tiene el auto en el mecánico. Está viniendo en bondi. Andá a saber a la hora que llega.
—¿Vanesa? —Susurré, mientras abría la puerta— ¿No era que no iba a estar su mujer?
Por toda respuesta Quique se encogió de hombros.
No tenía nada en contra de Vanesa, ni mucho menos. Simplemente me incomodaba que una mujer estuviera dando vueltas por ahí, mientras hablábamos con total soltura, de cosas que solo se hablan entre hombres. No suelo ocultarle nada a mi mujer, pero siempre sale el tema de alguna mina que parte la tierra como un rayo, y nosotros nos explayamos hablando de su culo, de si tiene cara de puta, de si sus tetas son operadas o naturales, y esas boludeces. A veces, hasta miramos porno. Supongo que ...
... Beti sabe que entre hombres hablamos de esas cosas, pero no es algo que las mujeres tengan que presenciar.
—¡Basualdo! ¿Te dejó salir tu mujer? —me saludó Pedro. Un cincuentón al que le gusta dársela de rockero. O como dice Beti: un pendeviejo. Un tipo que se niega a abandonar la juventud aunque su pelo largo ya tenga canas, y en su cara haya cada vez más arrugas.
Igual es un buen tipo, y es el más divertido para salir de joda.
—¿Y saben algo de Martín? Mis mensajes no le llegan —pregunté.
—Se habrá quedado sin batería —dijo una voz de mujer. Una voz que desentonaba demasiado con las voces graves que suelen imperar en nuestras “noches de machos”.
—Cómo andás Vane. —La saludé. Ella se acercó, y cada paso que dio sonaba escandalosamente sobre la cerámica. Noté que se había puesto zapatos de tacones. Llevaba un pantalón de jean que se notaba era de marca, y una blusa blanca tipo camisa, que tenía varios botones desabrochados. Me agarró del hombro y me dio un intenso beso en la mejilla.
—Hola Basualdo. —dijo—. Después me tienen que decir por qué le dicen Basualdo. Es raro que entre amigos se llamen por el apellido.
—Es la costumbre nomás —contesté, tratando de no apartar mi vista de sus ojos. No era fácil lograr que no se desvíen.
Nunca hablamos de esto entre nosotros, ni siquiera cuando Martín estaba ausente, porque entre amigos había “códigos”. Pero Martín se había sacado la lotería. Vanesa no es una mujer. Es un camión, un auto deportivo, una nave. En ...