1. Cuckold (2): La mujer de un amigo


    Fecha: 03/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... hizo. Luego Vanesa le entregó el mazo. Él hizo lo mismo que había hecho yo. Acomodó el comodín en el tercer lugar. Repartió las cartas, y en seguida la carta apareció frente a ella.
    
    —¿Verdad o consecuencia? —dijo Quique. Sus ojos profundos irradiaban lujuria.
    
    —Verdad. —Contestó Vanesa. Todos nos sentimos decepcionados— Estaba bromeando —agregó enseguida—, elijo consecuencia, obvio. Yo me hago cargo de las consecuencias que generan mis decisiones. Siempre.
    
    Quique lo pensó un buen rato. En su enorme cabeza estaba elucubrando alguna manera de saciar alguna perversa fantasía con la única condición de que nuestros sexos no podrían entrar a ninguna de sus cavidades.
    
    Se levantó, corrió la silla en donde estaba sentado, a un lado. Después me pidió la mía, y lo mismo con la de Pedro. Las tres sillas quedaron formando un triángulo, a unos pasos de la mesa.
    
    —Mirá que tiene que ser algo concreto, como lo que hizo Basualdo —Advirtió ella.
    
    Me pareció lógico. La orden debía ser clara y concisa, al estilo de lo que había hecho yo. “quedate parada de tal manera durante tantos minutos”. Esa era una prenda. No podía aprovechar eso para obligarla a hacer un montón de cosas diferentes.
    
    —Nos tenés que masturbar hasta que acabemos —dijo Quique.
    
    Me pregunté si aceptaría esa prenda. Masturbarnos a los tres podría ser tomado como una prenda, o como diferentes prendas, dependiendo cómo se lo mire.
    
    Vanesa se paró y caminó hasta ponerse en el centro de las tres ...
    ... sillas.
    
    —¿Qué esperan? —dijo.
    
    Nos sentamos alrededor de ella. Quique se bajó el pantalón y la ropa interior al mismo tiempo. Apoyó su culo desnudo sobre la silla. Pedro y yo lo imitamos.
    
    A pesar de que habíamos acabado hacía poco, las tres vergas no estaban del todo fláccidas. Todas empezaban a hincharse. Yo sentía cómo la sangre corría a través de mis venas y veía cómo mi miembro hacía movimientos espasmódicos, mientras, de a poco, se iba agrandando.
    
    Vanesa agarró con su mano de dedos delgados y uñas largas, el tronco de Quique. Pedro había quedado detrás de ella, y no podía ver la escena, por lo que movió la silla, acercándose a mí.
    
    —Esta piba es un infierno. —me susurró.
    
    —Sí —atiné a decir.
    
    Se notaba que la verga de Quique estaba toda pegoteada. Vanesa la masajeaba, pero era evidente que no podía hacerlo bien. Sus dedos se movían torpemente sobre esa piel viscosa. Entonces hizo algo que me sorprendió: escupió sobre la pija. Quique abrió bien grande los ojos y nos miró. La saliva había caído sobre el glande, y ahora se deslizaba lentamente por el tronco. Luego Vanesa escupió de nuevo, y de nuevo.
    
    Ahora el sexo de Quique estaba lubricado. Las manos de Vanesa se resbalaban fácilmente sobre la pija de mi amigo. Usaba una sola porque Quique no la tenía tan grande. La verga delgada parecía ser estrangulada con violencia. Vanesa la miraba, con gesto apático, como si estuviese haciendo algo que no tenía la menor importancia. Cuando Quique acabó, un chorro de semen salpicó ...
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