1. Cuckold (2): La mujer de un amigo


    Fecha: 03/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... leche.
    
    Cuando sentí que el orgasmo era inminente, empecé a pajearme frenéticamente. Tres chorros abundantes salieron disparados hasta chocar con la tela azul. Quique acabó al ratito. Varios hilos de semen de deslizaban por las voluptuosas nalgas de Vanesa, dejando a su paso, en las partes donde la tela quedaba mojada, un color azul más intenso que el original.
    
    —Bueno, me imagino que ya pasaron los diez minutos —dijo Vanesa, saliendo de su postura estática.— Miren cómo me dejaron el pantalón. Un enchastre.
    
    —Si hubiésemos acabado en el piso o la pared también sería un enchastre —retrucó Quique.
    
    —¿Por qué no te quedás en tanga y listo? —Propuso Pedro.
    
    —Ustedes lo hombres siempre piensan en su comodidad cuando están calientes ¿no? Me voy a cambiar, ya vengo.
    
    A los cinco minutos volvió con una pollera negra, bastante corta.
    
    —Bueno, vamos a jugar una ronda más y ya vamos a terminar con este juego —sentenció Vanesa—. Igual, ya logré mi objetivo.
    
    —¿Y cuál era tu objetivo? —pregunté.
    
    —Vengarme de Martín. —contestó.
    
    La respuesta no me sorprendió. Sin embargo, pensar en eso me generó cierto malestar.
    
    —¿Pensás decirle a Martín lo que pasó hoy? —pregunté.
    
    —No lo sé.
    
    —Esta mina está loca. —dijo Pedro, con rabia en los ojos.
    
    —Ustedes no son quiénes para juzgarme. Ninguno dudó en aprovecharse de mí, sabiendo que estaba en un momento atípico. Ninguno intentó terminar con esto cuando empezó a ponerse picante. —Vanesa hablaba con la voz temblorosa, ...
    ... llena de indignación—. Sólo amagaron a hacerlo —agregó, mirándome a mí—. Pero no me extraña. Los hombres son así, como animalitos. Si se les presenta la oportunidad de sacarse la calentura, se olvidan de sus esposas, de sus amigos, de todo. —Se sentó de nuevo en la mesa, y esbozó una sonrisa, tratando de dominar su excitación—. Con mis amigas a veces conversamos sobre estas cosas, y algunas creen que los hombres, por más cerdos que sean, nunca se cogerían a la mujer de un amigo. Pero yo siempre tuve mis dudas. Y acá tengo la prueba. De los tres, ninguno se negó a mis insinuaciones. Vaya amigos que tiene Martín… Aunque supongo que son los amigos que se merece.
    
    —Vane, quizá sea mejor que nos vayamos ¿Cierto chicos? —Dije yo, con cierta culpa y vergüenza. Los dos agacharon la cabeza, y no dijeron nada. Vanesa rio con ironía.
    
    —No te gastes Basualdo. Ellos no se van a ir. Les prometí una ronda más y no van a desaprovechar la oportunidad.
    
    —Y no… ya que estamos acá, terminemos lo que empezamos —dijo Pedro, levantando la cabeza— Igual la macana ya nos la mandamos. —Agregó.
    
    Vanesa mezcló las cartas.
    
    —No pienses que si cruzás esa puerta vas a ser una buena persona Basualdo —dijo— Sos igual que tus amigos, sólo que más cobarde.
    
    No dije nada. Tampoco me marché. Vanesa tiró las cartas. El comodín le tocó a Quique.
    
    —Consecuencia —dijo, quizás esperando que le toque una prenda hot como a Pedro.
    
    —Tenés que llevar lo que quedó de la picada a la cocina.
    
    Desganado, lo ...
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