1. Mi experiencia Erasmus


    Fecha: 09/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... borrado y tal, pero ellos se hicieron los locos y entraron en mi piso sin hacerme mucho caso, riéndose entre ellos. Estarían buenísimos y todo lo que tú quieras, pero eran un poquito gilipollas.
    
    Por no ser siesa ni nada, les invité a unos cubatas. Total, ya que me había arreglado y tenía toda la bebida comprada y fresquita, por lo menos echaría el rato. Ingenua de mí, pensaba que los tres sementales italianos ya se habían dado por vencidos conmigo, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, me enteré después, pero ellos habían sido los que habían convencido a todas mis amigas de que se borrasen del plan para quedarse a solas conmigo. Vaya cabronazos más astutos...
    
    El caso es que empezamos charlando y riéndonos un rato, bebiendo un poquito, y siempre me insistían para que bebiese un poquito más. Al final acabé bastante perjudicada, la verdad. Y ellos, que no paraban de hacer insinuaciones y chistes sexuales, acabaron por ponerme un poco cachondilla. Pero no dije nada y traté de mantener la distancia. Aunque lo de la distancia estaba siendo algo difícil, pues aunque empezamos cada uno sentado en un sitio distinto, pronto los tres acabaron apretujados conmigo en el sofá, sin saber yo muy bien cómo.
    
    Así que así estaba yo: medio borracha, cachonda y necesitada de polla, y en un piso sola con tres machos italianos con muy malas intenciones.
    
    En esas estábamos, cuando uno de ellos, no sé muy bien si aposta o sin querer, me derramó un poco de cubata en el top que ...
    ... llevaba puesto. En condiciones normales me hubiese cabreado, pero solo me salió reírme como una tonta. Fabrizio, que fue el que me lo derramó, empezó a intentar secarme con un pañuelo, tocándome en el proceso las tetas, sin ningún tipo de disimulo. Los otros, rápidamente, imitaron a Fabrizio y empezaron a «secarme» con mucho cuidado.
    
    En un principio, me quedé congelada sin saber muy bien qué hacer. ¡Me estaban metiendo mano a saco y yo tenía novio! Tras unos instantes que los tres cabrones disfrutaron de lo lindo, reaccioné al fin, librándome de tantas manos, y poniéndome en pie. Riéndome y haciéndome la loca, dije que me iba a cambiar al cuarto, que me habían puesto perdida.
    
    Y más perdida que me iban a poner.
    
    Entré en mi habitación y dejé entreabierta la puerta. Ese fue el primer «error». El segundo fue dejarme el móvil en la mesa del salón. El tercero, que mi móvil no tiene ni patrón de seguridad, ni contraseña, ni nada.
    
    El sujetador de encaje también se me había manchado de alcohol, así que no me quedó más remedio que quitármelo también. No oí a mis espaldas que la puerta se abría. Cuando me dí la vuelta, desnuda totalmente de cintura para arriba, me encontré a Fabrizio de pie en el umbral, con una sonrisa de oreja a oreja. Por su mirada noté que estaba todo planeado. Inmediatamente después, me di cuenta del bulto que tenía en la entrepierna.
    
    Despacio, se acercó a mí, mirándome de arriba abajo, con una mirada que presagiaba la que se me venía encima. Cuando estuvo ...
«1234...»