Mi experiencia Erasmus
Fecha: 09/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... retorciéndome como una lagartija en la cama, hasta que todo pasó. Fabrizio, por su parte, se terminó de correr haciéndose una paja, y dejándome un espeso grumo de semen en la espalda. No me importó, yo estaba en el séptimo cielo.
Cuando abrí los ojos, una vez que el terrible orgasmo terminó, no encontré a Fabrizio. El cabrón había cogido sus cosas y se había ido al baño a limpiarse. Pero no estaba sola. En la puerta estaba Luca quitándose la ropa. Su cara lo decía todo: era su turno. Aquellos tres cabrones lo tenían todo hablado, y yo era su muñeca hinchable para esa noche. Se iban a turnar conmigo hasta que sus huevos estuvieran bien secos.
Sin ningún tipo de pudor, Luca me colocó su polla en la cara, como esperando a que se la chupara. Ciertamente no era tan grande como la de Fabrizio, pero era digna rival; desde luego, bastante más grande que la de mi novio. ¿Es que todos los putos italianos tenían las pollas así, o es que mi novio era un pichacorta? En cualquier caso, me puse de rodillas, abrí la boca y empecé a chupar. Primero, tan relajada y floja como estaba, con tranquilidad, pero luego, tras un par de cachetadas de Luca, empecé a chupar con más ganas. El tamaño de la polla de Luca era ideal para las mamadas, a diferencia de la de Fabrizio, que de tan grande era incómoda. La verga de Luca me llegó hasta la garganta sin problemas, y pude evitar mi reflejo de arcada con facilidad. Luca, con una sonrisa de triunfo, se echó las manos a la cabeza y se dejó hacer. ...
... Poco tardó en descargar su leche en mi boca, sin aviso. No me importó, estaba muy cómoda en mi nuevo rol de puta.
Estaba relamiéndome y tocándome el coño, pensando en las dos vergas que me acababan de usar de depósito de semen, cuando escuche a Marco quitarse los zapatos y los pantalones. El cabrón estaba mucho más bueno que los dos anteriores: musculatura definida y equilibrada, pelo rizado y salvaje... parecía una estatua de los antiguos romanos... salvo por su polla, que no era en nada parecida a las de las estatuas clásicas. El tamaño era más o menos intermedio respecto de las otras dos que acababan de usarme. Se acercó, vio el desastre que habían organizado sus compañeros, y se rió un poco. Sin importarle nada lo que yo tuviera que decir, me agarró y me puso de pie y contra la pared. Se fue directo a por mi culo.
Parecía que habían hecho un trato y los tres se habían repartido mis tres agujeros. «Yo el coño, tú la boca y tú el culo». En cualquier caso, tras ensalivarse un poco la punta de la polla, procedió sin mucha espera a penetrarme el ano, que por cierto, era virgen. Y yo encantada de la vida. Aquellos cabronazos tenían eso... que eran unos cabronazos. Sabían lo que querían y lo cogían sin preguntar. ¿Que Marco quería follarme el culo? ¿Y quién coño era yo para impedirlo? Si quería follarme el culo, me iba a follar el culo y punto. Mientras Marco se abría camino por mi puerta trasera, recordé con un poco de ironía como disuadí fácilmente a mi novio de su idea de ...