1. El celular de Alexia (Cap. 1): El visitante nocturno


    Fecha: 10/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    Una de la madrugada. En el barrio impera un silencio casi unánime. Sólo lo rompe algunos gatos alzados que maúllan y ronronean sobre los tejados de algún chalet de este rincón de Buenos Aires, y algún que otro vehículo que se desliza suave por la calle.
    
    El intruso abre la puerta trasera de mi casa. Lo hace lentamente, intentando que la cerradura, al girar, no haga más ruido del estrictamente necesario. Se encuentra con la cocina a oscuras. Saca de su mochila una pequeña linterna y la enciende. Aguza los oídos. No oye nada, salvo el motor de la heladera vieja que vibra en una esquina.
    
    Guiándose por el delgado pero potente haz de luz, atraviesa la cocina y se mete en la sala de estar. No ve nada que le llame la atención. Más adelante hay una escalera de madera. Sube por ella. Los escalones, inevitablemente, emiten un murmullo quebradizo cuando reciben su peso. Aun así, el intruso hace lo posible para disminuir esos sonidos. El corazón le palpita aceleradamente, y siente una gota de transpiración que nace de su frente, y se desliza unos centímetros para terminar mojando la tela del antifaz negro que lleva puesto.
    
    Sí, el intruso usa un antifaz, al mejor estilo de el zorro. Nada de capuchas ni pasamontañas. Es de color negro, al igual que toda su ropa —Pantalón chupín elastizado, remera mangas largas ajustada, zapatillas deportivas—, y le cubre desde unos centímetros por encima de las cejas, hasta la nariz, la cual queda sólo con las ventanillas a la vista.
    
    El ...
    ... intruso vislumbra la puerta de la habitación principal. Apoya la cabeza sobre ella. Intenta percibir si del interior sale el más mínimo ruido. Nada.
    
    Abre la puerta. Es una puerta nueva que fue colocada hace poco tiempo, por lo que sus bisagras apenas chirrían. El intruso apunta la linterna y enseguida encuentra la cama. En ella duerme mi mujer, Alexia, apacible y solitaria.
    
    El visitante nocturno se queda observándola largos segundos. Los labios finos de Alexia se abren y cierran levemente al ritmo de su respiración. Sus pómulos afilados brillan. Es un rostro bello y joven. La piel clara, heredada de sus ancestros suecos, pero las facciones más parecidas a la de su abuela del sur de Italia. Debajo de esos párpados cerrados, el intruso adivina grandes y expresivos ojos. Las pestañas largas arqueadas anuncian una mirada sensual y provocadora.
    
    El intruso se acerca. Se pregunta si de verdad está durmiendo. Agarra el acolchado y la sábana que la cubren. Tira de ellos, lentamente, y los hace a un lado. Ahora puede ver mejor a mi mujer. Su pijama es un sexy camisón blanco, con un escote incitante. El cuerpo es delgado. Sus curvas están entre la sutileza y la voluptuosidad. El visitante nocturno huele el aire que rodea el cuerpo dormido de Alexia. Siente el rico perfume que se pone debajo de las orejas, el olor fresco de la crema que le da un aspecto luminoso a su rostro, y percibe el dulce perfume de ropa del camisón.
    
    Ella aspira y exhala, y su torso se infla y desinfla al ...
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