El celular de Alexia (Cap. 1): El visitante nocturno
Fecha: 10/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... arma a la vista. No obstante, su atuendo oscuro, su voz rasposa, y su determinación, parecieron suficientes para que Alexia obedeciera.
— Por favor, no me lastime, hago lo que quiera, pero no me lastime —suplica mi esposa.
— Perfecto, me gusta su actitud señorita. Por ahora lo único que quiero es que se mantenga en silencio y sin moverse. No hable ni haga nada, salvo que yo se lo diga.
Mi mujer asiente con la cabeza. Sus ojos verdes están desmesuradamente abiertos, pero no reflejan el pavor que debería tener.
El intruso se deshace de la mochila que colgaba de su hombro. Se quita las zapatillas y se baja el pantalón. La erección es total, la verga esta firme como un soldado, colorada y venosa. Aprieta el interruptor de la luz, y la habitación de ilumina.
— ¿Qué me va a hacer? —pregunta Alexia—. Puede llevarse lo que quiera, no es necesario que me haga nada.
— ¿Por quién me toma? No soy un ladrón —dice el visitante nocturno. Se sube a la cama. Extiende su cuerpo encima del de mi mujer—. Tranquila, si se comporta obedientemente, no sufrirá ningún daño.
— ¿Me lo promete?
— Se lo aseguro. Ahora, silencio.
El intruso sube un poco más el camisón de Alexia, y ahora ella queda desde la cintura hacia abajo, sólo cubierta con la tanguita blanca. Él agarra de la tela que está en contacto con la vulva y tironea de ella. La pelvis suave, completamente libre de vello va quedando a la vista. El intruso disfruta del silencio de mi mujer. Del silencio y de su ...
... sumisión. Ahora el sexo va asomando. Los labios vaginales tienen mucha piel, y el orificio tiene un color entre rojizo y rosado, que resulta hermoso. El visitante nocturno arrima su rostro entre las piernas de Alexia, y huele como si fuera un perro. Satisfecho al descubrir el aroma a sexo, lo lame. Alexia gime. Sus manos están aferradas a la sábana que cubre el colchón, y cuando siente la lengua frotarse con el clítoris, los dedos se cierras como tenazas. Alexia gime.
— Es toda una puta señorita; su marido debe ser un verdadero cornudo.
Mi esposa no se molesta en defenderme. El intruso sigue comiéndole la entrepierna. Alexia gime, y su cara refleja el gozo que le genera esa situación humillante. El intruso frena su labor lingual. Ahora acaricia a Alexia, desde la cintura, y va subiendo, lenta y sensualmente. Las manos llegan a sus pechos, y ahí se detienen. Los masajea con fruición. Aprieta sus pezones, y mi mujer se muerde los labios al sentir la presión.
El visitante nocturno se dispone a penetrarla. No se molesta en usar preservativo. Su miembro no es ni grande ni chico. Su tamaño es suficiente como para no sucumbir ante la inseguridad, como lo hacen tantos hombres. La penetra. Alexia cierra la boca, aprieta los dientes. Aunque quizás ya es tarde, parece querer reprimir los gemidos. Pero ante la segunda penetración, más profunda y contundente, ya no puede seguir con su mentira. Sus labios se abren, sus ojos destellan lujuria, la garganta suelta el gemido, y es mucho más ...