El celular de Alexia (Cap. 1): El visitante nocturno
Fecha: 10/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... hacerlo. Sus pechos, firmes y lo suficientemente grandes como para ser admirados, se encuentran sin corpiño. Al intruso se le hace agua la boca, cuando nota el pezón puntiagudo marcarse sobre la fina tela del camisón. La prenda es además muy corta. Los muslos están a la vista. Las piernas torneadas son ejercitadas todos los días con cuarenta y cinco minutos de trote, y ahora el intruso se deleita observando el exquisito resultado de la férrea disciplina de mi mujer.
No puede evitar hacerse una pregunta. Si no lleva corpiño ¿Llevará bombacha?
El sensual pijama sólo deja ver oscuridad entre las piernas de Alexia. Pero si la tela se corriera apenas unos centímetros hacia arriba, la pregunta del intruso quedaría respondida.
El hombre, sin pensárselo mucho, estira la mano. Agarra la tela, asegurándose de no tocar su piel mientras lo hace. No saca la vista del rostro de mi mujer. Debe estar preparado si ella se despierta de improviso.
Comienza a correr la tela. Los muslos quedan cada vez más expuestos. Mi mujer se remueve en la cama. El visitante nocturno frena su acto impúdico. Espera la reacción de alexia. Pero se trataba de una falsa alarma, un simple cambio de posición. Así que sigue. Ve un lunar delicioso en una zona muy cercana al sexo. Sólo un poco más. El camisón sube lo suficiente como para comprobar qué hay en la pelvis de mi esposa. El intruso descubre que sí llevaba prenda interior, pero lejos de decepcionarse, se regocija al ver la hermosa tanga blanca de ...
... encaje que la cubre. Puede notar también, entre los tejidos de la prenda, que Alexia se encuentra completamente depilada.
El intruso la observa durante un rato. Recorre el haz de luz a lo largo del cuerpo de Alexia, evitando apuntar a sus ojos, para que no despierte. Ahora apoya una mano en el muslo derecho de mi mujer. Ella ni se inmuta, aún aferrada a los brazos de Morfeo. Los dedos se deslizan sobre la piel tersa. El visitante nocturno se encuentra erecto. El ceñido pantalón que viste expone su miembro erguido y duro. Siente un dolor placentero debido a esa presión.
Deja la linterna sobre la cama, de manera que ilumine el cuerpo de mi esposa.
Con la mano ahora libre, va a sus pechos. Más concretamente a uno de los pezones. Hace movimientos circulares sobre ellos. Le da la sensación de que se endurecen aún más y que los senos se hinchan mientras los toca. La otra mano sube, despacito, pero sin pausa. Se encuentra con la tela triangular de la tanga. La toca apenas. Los dedos bajan, acarician los labios vaginales por encima de la tela. El intruso cree notar que mi mujer se encuentra húmeda. La idea lo excita sobremanera. Sin darse cuenta, presiona más de la cuenta el pezón.
Entonces Alexia abre los ojos.
Primero se la ve confundida. Luego una expresión de miedo atraviesa su cara. El intruso apoya su mano sobre el rostro de mi mujer. La palma cubre la boca y los dedos se cierran como garras.
— Si llegás a gritar, te mato —amenaza el intruso, aunque no tiene ...