1. El cuadernillo rojo de Elena


    Fecha: 04/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... justo que yo quede con Martín… Pero gracias, Alberto –le besé.
    
    Lo hablé con un par de amigas de Santander por el chat de Whatsapp. No queríamos que se enteraran en nuestro círculo de Madrid. No queríamos que afectara a nuestro entorno. Yo iría a Santander. Alberto a casa de Cynthia que vive en Fuenlabrada. Luego, volveríamos a nuestro piso en un barrio conocido de Madrid y nadie de aquí lo sabría. A una de mis amigas le pareció una buena opción, probar qué tal para dar un soplo de aire fresco a la relación, la otra creía que alguno de los dos acabaría sufriendo. Estuve hablando desde el miércoles hasta el viernes con Martín también. No hablábamos de sexo explícito pero sí nos decíamos cosas rollo “cuando te coja verás jiji” o “no puedo esperar, el viernes cuando llegues antes de cenar tenemos que vernos”. Alguna selfie nos mandamos también, pero nada de nudes aún. El jueves por la noche follé con Alberto, no quería enseñarle mis conversaciones por si se enfadaba pero al final insistió y le mostré un poco de lo que había hablado con Martín, de quedar y de que nos teníamos ganas. Para mi descanso, reaccionó bien, más que bien. Se puso caliente como nunca, y follamos.
    
    Hacia las 8h de la tarde llegué a Santander en coche. Me arreglé un poco y bajé a un pub donde había quedado con Martín. Antes de llegar hablé un poco con Alberto. Nuestros últimos audio-mensajes fueron los siguientes:
    
    —¿Estás segura, entonces? No te olvides de mí...
    
    —Te amo a ti, Alberto. No lo ...
    ... olvides. Lo que pasa es que con él se me caen las bragas –reí.
    
    —No sé si ponerme celoso o ponerme cachondo.
    
    —Lo segundo, ya sabes.
    
    Nos despedimos con unos emoticonos y quedamos en hablar el sábado antes de comer.
    
    Entré el local y allí estaba Martín, moreno, ojos oscuro, recién afeitado. Físicamente, marcado. Como Alberto. Aunque martín tenía más espalda. Si no estuviese un poco nerviosa estaría cachondísima.
    
    Nos sentamos y tomamos algo y charlamos de gustos y proyectos personales. Cuando salimos nos dirigimos a su casa, pero antes de llegar me cogió al girar una esquina de la mano y me besó. Dios, como me estaba poniendo sentirme pegado a él y a su paquete. Entonces paré y quise dejar las cosas claras porque perder de vista mi situación era algo que no me podía permitir:
    
    —Martín, yo no quiero compromisos, solo disfrutar. Sabes que tengo pareja.
    
    —Lo sé, yo no tengo pareja pero eres una espina clavada que hay que quitarse –me abalancé sobre él y no le dejé continuar, nos besamos, me tocó el culo, empezó a meterme la mano por dentro del pantalón y tocar el tanguita…
    
    —Mejor vayamos a tu casa antes de que me desmadre –zanjé.
    
    Lo primero que hicimos en su casa fue besarnos y lanzarnos encima de la cama. Nos besamos y nos tocamos por todo el cuerpo por encima de la ropa. Nos quitamos los pantalones y empezó a tocarme los pechos y encerrar mis pezones en sus dedos.
    
    —Joder, piercings en las tetas. Me encantan –empezó a lamerme los pechos mientras yo tocaba su ...
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