El arquitecto
Fecha: 07/10/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
... trabajo estaba concluido, y las presioné hacia mi pecho. Él deslizó su mano derecha hacia abajo recorriendo con el dorso la sinuosidad hasta llegar al cinto de mi falda.
Lo tomé del brazo y nos metimos a caminar en el parque platicando con naturalidad de lo que eran nuestras vidas, espontáneamente como dos viejos conocidos que se tienen mucha confianza. También le conté sin tapujos mis problemas sexuales y las razones por las que había tenido dos amantes y otra relación casual. Lo celosa que yo era, sobre todo con las muchachitas y las colegas que asediaban continuamente a Saúl, y lo que me molestaba que mis parejas lo fueran ya que yo no me consideraba propiedad exclusiva de nadie, todo lo escuchó sorprendido pues le parecía contradictoria y me lo señaló. “Sí, sé que tengo muchas fallas, pero así soy yo”, le contesté. Joel me contó que tenía 27 años y llevaba dos trabajando como socio de su padre, quien le puso como condición poseer una maestría, al igual que a su hermana, dos años mayor que él para incluirlos como socios. Su madre se negó a que a Joel le hicieran la circuncisión como era la costumbre entre ellos. Cuando murió su madre Joel y su hermana eran adolescentes y juntos descubrieron los juegos sexuales, los cuales continuaron cuando alguno de los dos tenía ganas, que uno a otro se contaban sus correrías amorosas y eran cómplices en algunas, como la de asistir a las reuniones swingers, pero su relación era sexo y nada más allá de su fuerte relación filial. Sin ...
... embargo, él “no había encontrado a alguien que lo excitara tanto” como cuando me vio a mí.
–¡También tú me moviste el piso cuando te vi, más aún al contemplarte desnudo! –le confesé deteniéndome para besarlo y me correspondió igual de enamorado que yo.
–Me atrajeron tus tetas y al acercarme a ti percibí tu aroma, ¡sentí el golpe de tus hormonas en mi cuerpo! –dijo volviéndome a besar y metiendo sus manos bajo el saco para abarcar mi cintura cariñosamente. Nuestras lenguas jugaron y el abrazo fue más cercano –No es el perfume que te pones, es el que emana de ti lo que me gusta –susurró recorriendo mi cuello con su nariz. Seguramente yo seguía destilando feromonas por lo que estaba sintiendo…
Nos avisaron que ya cerrarían el parque y salimos justo en el momento en que comenzó a llover, para refugiarnos en un restaurante de comida alemana, creo que ya no existe, donde ordenamos algún entremés y que nos sirvieran vino blanco. Así, sin hacer nada más que platicar y acariciarnos las manos y la cara, fue nuestra primera cita. ¡Con eso estábamos satisfechos!, por lo pronto…
Desde ese día soñé con frecuencia que Joel me poseía y me corría sin medida “¡Qué rico me haces el amor!” grité despertándome encima de Saúl, totalmente venida y chorreando los jugos con el esperma de mi marido. “Tú lo haces mejor, Nena, no sé con quién soñarías, seguramente no era Eduardo, pero me encantó”, me contestó, suponiendo acertadamente lo que me ocurría.
Joel y yo nos hablábamos por teléfono ...