Me convertí en mi madre (2): JAV (2b)
Fecha: 18/10/2022,
Categorías:
Incesto
Autor: Gabriel Vera, Fuente: CuentoRelatos
Medité sobre los cambios que se estaban produciendo en la sociedad en punto a la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, su abandono de las tareas hasta hace no tanto destinadas a ella, y cómo, gracias al esfuerzo de unas heroicas mujeres se habían conseguido esto avances. Me consideraba persona ilustrada, y progresista, y por ello consideré que quizá este cambio que me había sobrevenido me diera una forma novedosa de interpretar la realidad de la mitad del país que estaba en situación de minusvaloración.
Pero esto me duró unos diez segundos. Lo que yo quería era probar este cuerpo. Fui corriendo al dormitorio y mientras iba ya me levantaba la falda. Al llegar fui al fiel espejo que me había dado el susto por la mañana. Ahora, con más calma, pude comprobar que, como mujer, no estaba mal (mi madre). Me fui quitando la falda y la blusa, mirando todos los ángulos posibles. El culete no estaba mal, redondito, firme donde convenía, amplio, y las braguitas le daban un aire sensual del cual, a lo mejor, yo aportaba el ochenta por ciento, no digo que no. Las tetas estaban también semi firmes, usando a capacidad total el sujetador y, como era la moda, sobresaliendo por encima de la balconada o como se diga. Escote o yo qué sé. Turgencia es palabra que no había usado pero que creo que ahora venía al pelo.
Pelo, aparte de la cabeza, no había. El vello lo había eliminado mamá, y todo estaba limpio. La braguita ya dije que mostraba el contorno de la vulva, y eso me ...
... encantaba. Todo en su sitio y limpio. Levanté por arriba la braguita y miré. Nada. Las tetas me impedían ver mucho. Me quité todo lo que pude, y miré aprovechando el espejo. Una vulva agradable, sus dobleces, sus labios, suavecita al toque… Sí, la toqué. Ya que estaba yo allí, me sentía por lo menos con el derecho de usufructo. Abrí despacito la cajita de las sorpresas, y pasé el dedo tembloroso. Qué calor. Busqué más, investigué como si me fuera la vida en ello, metí los dedos, los subí, los saqué mojados, volví a meterlos y con la otra mano busqué el clítoris, y comencé a mover todo lo que se podía mover. Más calor. Me temblaban las piernas y empecé a tocarme las tetas, tirando un poco de los pezones, que también se dejaban lamer, lo cual era algo que yo siempre había querido hacer. Me tuve que acostar bien cómoda (cómodo) ya que vi que se acercaba algo muy grande. El orgasmo fue, efectivamente, grande, como nunca lo había sentido; no es que yo fuera gran experto, pero mi mano sí. Respirando como pez fuera del agua me quedé un rato en la cama, me vino un sueño reparador.
Algo de tiempo pasó, me desperté reconfortado y mirando el reloj despreocupadamente se me subió el corazón a la garganta. ¡La reunión de las vecinas! Un trámite, había dicho mamá, poniendo un gesto que me pareció desmentía las palabras.
Me vestí, salí semi corriendo, los zapatos con tacón me encantaban porque daban un tono a los gemelos y muslos que me resultaba muy sexy. Eso hasta que pasaron cinco minutos, ...