1. Me convertí en mi madre (2): JAV (2b)


    Fecha: 18/10/2022, Categorías: Incesto Autor: Gabriel Vera, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando vi que era muy cansado estar sexy. Llegué al edificio municipal, y pregunté. Me indicaron, y subí a la sala. Allí estaban la señora Tanaka y la señora Ashima. Las saludé amablemente, diciendo generalidades que suponía femeninas, y nos sentamos.
    
    Se me quedaron mirando. Pensando rápidamente, me di cuenta de que esta forma de sentarme no era la apropiada.
    
    —Esto, por ponerme en situación…
    
    Fue lo primero que se me ocurrió, y se miraron y rieron. Esa risa de taparse la boca para que no se vean los dientes.
    
    —Qué ingeniosa, es verdad, así haremos mejor nuestro papel.
    
    La mirada de incomprensión mía quedó disimulada porque ellas sacaron de unas cajas una ropa o disfraz de porteadores de procesión, semi kimonos que llegaban más abajo de la entrepierna, y, como eran para hombres, necesitaban de su taparrabos. Era la representación de la fiesta nacional del falo triunfante.
    
    Eso era lo que les daba algún problema, me dijeron. No sabían cómo colocarse aquello, y querían saber si yo entendía de aquello. Sabían que había una forma de colocárselos, pero no querían quedar por incultas o anti-japonesas.
    
    —Yo soy su homb… empecé a decir. Yo soy su hembra.
    
    Más risitas, más taparse la boca.
    
    —Curiosamente he estudiado las tradiciones de nuestro país, y sé del asunto.
    
    Pues sí, yo había sido desde niño partícipe de las procesiones, más por la fiesta que por la devoción al falo. Expliqué las idas y venidas, los nudos y posiciones correctas, primero en mí, y luego ...
    ... ellas sugirieron que se lo explicara sobre ellas. Me habían echado muchas miradas de interés, y pensé que estas señoras daban gusto cómo atendían. No es que miraran mis movimientos, sino a mí, pero pensé que era cosa mía. Pasamos a la acción. Estas telas tienen que ir fuertemente atadas a la cintura para que el esfuerzo no moleste, así que la parte genital anda cuidadosamente envuelta; ahí estaba la cosa, porque cuando yo empecé a colocárselo a la señora Tanaka, me pidió que, por favor, le apretara un poquito, que parecía que se podía soltar. Yo apretaba, la tela se movía, la señora Tanaka se movía un poquito de forma rara, y movía el culillo (lo digo con cariño, por el tiempo que llevábamos en contacto) y suspiraba. La señora Ashima quiso ayudar, y decía que a lo mejor ayudando con los dedos, con lo que ambas estaban afanadas por delante, y yo por detrás, pensando que a mí nunca se me habían presentado tantos problemas. Seguimos así un rato, hasta que me asomé por detrás del culo, y vi que la señora Ashima ayudaba con los dedos pero a otra cosa, porque los tenía dentro de la vagina de la señora Tanaka, y progresaba adecuadamente hasta no sé dónde. Yo, que llevaba un rato viendo culo, no estaba precisamente para contenciones, así que me interesé por si podía ayudar.
    
    —Jai, jai.
    
    Y yo ayudé. Mientras se seguían moviendo dedos, yo fui con la lengua a comprobar la temperatura, y los fluidos, tan importantes. Una me ayudó con los pechos, la otra con mi propio clítoris, que ...
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