1. Para eso está la familia


    Fecha: 29/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... poco. Ella aprovechó para recomponerse el vestido mientras le miraba sorprendida. - Me gustaría haceros ese favor. Le debo algunas a tu novio de cuando éramos jóvenes. Al fin y al cabo… para eso está la família, ¿no?. - Y sin añadir nada más, le dió un último repaso a Sonia, se giró y se fue camino de la casa.
    
    Sonia aún se esperó unos minutos antes de volver a la casa también. Yo me quedé escondido. Sin saber qué hacer. No podía salir sin más de mi escondite, no me veía capaz de aparentar que no sabía lo que acababa de pasar y evidentemente no podía decirle que lo había visto todo y que no había hecho nada por evitar que Alberto le pusiera las manos encima y la magreara a placer. Pero sobretodo no podía explicarme a mí mismo la tremenda y dolorosa erección que llenaba mis calzoncillos.
    
    Alberto siempre había sido un abusón. Me ganaba a todo y me pegaba siempre que le apetecía. Era más fuerte y más rápido en una edad en que ser más listo no era una ventaja. Con la edad vi como se llevaba siempre a las chicas más guapas en las fiestas del pueblo. Se reunían en corrillo chismorreando sin dejar de mirarle. A pesar de que solo era un mes mayor que yo me sacaba una cabeza y era lo más parecido a un hombre que esas adolescentes tenían al alcance. Con 12 años me había obligado a vigilar que no aparecieran sus padres mientras se daba el lote con alguna de ellas detrás de un camión de feria. Les oía susurrar, alguna protestaba cuando Alberto les metía la mano bajo la falda o les ...
    ... apretaba sus pechos incipientes, pero él no se amedrentaba. A los 14 les oía follar tirados en la hierba en el prado contiguo al de la fiesta. Recuerdo como gemían y sollozaban mientras él las penetraba. Alguna vez había tenido que ir a ayudarlas a ponerse en pie mientras él se iba satisfecho a buscar a alguien que le comprase una copa. Me las encontraba temblorosas y con lágrimas en los ojos.
    
    Pero no lo malienterpreten. No las violaba. Ellas querían. Reían excitadas mientras se iban abrazados en busca de intimidad. Simplemente la mayoría de ellas no estaban preparadas. Porque igual que el resto de su cuerpo, el miembro de Alberto también estaba hiperdesarrollado, ancho como una lata de cocacola y lleno de gordas venas que recorrían su tallo llenando de sangre sus cavidades hasta convertirlo en un hierro candente con el que las empalaba sin compasión. Muchas veces me he arrepentido de mi pasividad en aquellos años pero realmente qué se supone que tenía que haber dicho o hecho: “¿no os vayáis con él que os destrozará?”. Ninguno de nosotros tenía suficiente experiencia como para que eso fuera un aviso serio y quizá hubiera provocado el efecto inverso, por no decir que me habría ganado la mayor paliza de mi vida.
    
    Muchas se llevaron una experiencia traumática que marcaría sus relaciones sexuales durante muchos años. Y algunas además se llevaron un regalito inesperado. El verano siguiente al menos tres de las chicas con las que Alberto había estado habían tenido bebés. Si ...
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