1. Para eso está la familia


    Fecha: 29/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tenemos en cuenta que aquel verano se había llevado al huerto a quizá 15 chicas, algunas veces dos la misma noche, y que la minoría debían estar en los días fértiles de su periodo había tenido una efectividad sorprendente. Este hecho se fue repitiendo en años sucesivos, incluso cuando el SIDA nos hizo a todos un poco más prudentes. Alberto de pronto se encontró que muchas chicas no querían hacerlo sin condón así que me obligó a ir a comprar condones. Me daba cierta vergüenza y esperé una oportunidad un día que mis padres me llevaron a la ciudad para comprarlos en una farmacia en la que no me conocieran. Fue un desastre. No tenía ni idea de que hubiera tallas de condones y los que pillé ni le entraban. Me dió un par de collejas que me tiraron al suelo y al día siguiente volvía a estar en la farmacia pidiendo unos talla extra-large ante la mirada sorprendida de la farmacéutica. Pero es que incluso así la mitad de las veces el condón no servía para nada. Él no tenía paciencia para ponérselo y si lo hacía a menudo se rompía debido a la presión de su miembro henchido y al ímpetu con el que lo utilizaba. Sea como fuere Alberto siempre fanfarroneaba de ser el padre de la mitad de los bebés de la comarca y de exportar sus genes a todo el país a través de las pobres chicas de ciudad que iban a veranear a la zona.
    
    Mientras seguía agazapado junto al camino que llevaba al pozo mi mente rememoraba aquellos supuestamente dorados años de juventud. Algunas de las chicas con las que había ...
    ... estado Alberto me habían gustado realmente. Recordé a Julia, una preciosa chica de Madrid, rubia y de ojos claros con la que había estado flirteando toda la noche antes de darme cuenta que solo estaba conmigo para poder acercarse a él. Lo último que recuerdo de ella es verla desaparecer hacia las 3 de la mañana abrazada a Alberto por el oscuro camino que llevaba a la iglesia. También estuvo Ana, a quien sus amigas convencieron de que se dejara de tonterías conmigo y buscara un chico de verdad. Por supuesto, encontró a Alberto. Pero sobre todo estuvo Susana, una belleza morena de grandes ojos oscuros. Debíamos tener 17 años y coincidimos en varias fiestas ese verano, habíamos estado tonteando, dándonos castos besos escondidos tras el tronco de un roble. Una noche, Alberto me hizo vigilar un pequeño sendero que llevaba al río. Me dió bastante por culo porque yo solo tenía ganas de ver a Susana. El verano se acababa y no quería perder las pocas oportunidades que tenía de estar con ella. Lo último que me apetecía era oír los gemidos y gruñidos que llegaban del río donde Alberto se estaba tirando a su presa de esa noche. La oía quejarse con pequeños grititos sincronizados con las embestidas de mi primo y que iban aumentando de frecuencia hasta convertirse en un lamento continuo justo antes de que Alberto rugiera como un oso mientras descargaba su esperma en el interior de la pobre infeliz. Un minuto después Alberto pasó a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja, pero se me paró ...
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