1. Melisa, Marisa, Ruben....¿fingimos?


    Fecha: 30/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Melisa me miraba, utilizando esos maravillosos ojos grises, de semblante triste, atestados de nostalgia, de agradecimiento y sosiego.
    
    Los mismos ojos que, unas horas antes, había utilizado para exhalar su placer, con aquella expresividad tan inocente tipo “no me puedo creer lo que nos está pasando” mientras, desde el otro lado del tabique, los gritos de mi mujer copulando con su marido, reclamaban más rabo, más lefa, más polla.
    
    Ni Melisa ni yo, días antes, habíamos deseado llegar hasta aquello.
    
    Ni Melisa ni yo habíamos nunca imaginado, que formaríamos parte de aquel juego tan peligroso como prohibitivo.
    
    Pero lo estábamos.
    
    Estábamos pringados hasta la pestaña.
    
    Y por eso, en ese preciso segundo, mirándonos, sobre el lecho, desnudos, sucios, abrazados, todo mi pensamiento se desvió desde su insuperable atractivo, al que, meses antes, poseía la mujer que, hasta ese momento, había sido mi amor, mi pasión, la madre de mis hijos, el centro de toda mi existencia.
    
    Melisa no llamaba la atención.
    
    Tampoco lo hacía Marisa, mi señora.
    
    Sus diferencias físicas no eran muchas.
    
    Las emocionales, resultaban ser absolutas.
    
    Estaba intensa, profundamente enamorado de la actitud vital, nerviosa, activa y dominante de Marisa.
    
    Para mí, todo giraba en torno a ella.
    
    Ni mi carrera como restaurador especializado en barroco italiano, ni los entrometimientos de mi madre, ni la lucha soterrada en el departamento del Servicio Nacional de Arte, ni la crisis económica ...
    ... del país, ni el tambaleante alicatado del cuarto de baño, ni la presentación de mi tesis catedrática.
    
    Ella, solo ella, desde el preciso instante en que nos cogimos la mano, con veintiún años, saliendo de aquel pub atufado de nicotina y buena música ochentera…Glutamato Yeye…Malboro….Radio Futura….Ducados….Pegamoides….Winston.
    
    Marisa era poco sutil, tajante, de ideas claras, decisivas e incisivas, con una desbordante capacidad para demostrar lo que quería, como lo quería y cuando lo quería.
    
    Y yo, por culpa de esa naturaleza tímida, me vi inevitablemente avasallado por semejante hembra.
    
    Dominado esa misma noche, mientras trataba de meterle mano con unas maneras delicadas, temerosas cuando, en realidad, ante mis tenues caricias, ella no se cortaba en responder con lujuriosas mamadas.
    
    Si quieres follar Toño…!Hazlo ostias!
    
    Cuando el sol se coló a través de las rendijas de aquella persiana perpetuamente estropeada, iluminó sutilmente el desbarajuste de ropa y sabanas arrugadas, la mesilla con cincuenta cigarrillos y dos copas, nuestros cuerpos en cueros, el dolor de mis riñones y un enamoramiento de aúpa.
    
    Y en todos los años juntos, sumábamos casi una veintena, me seguían doliendo los riñones, sin desaparecer nunca, la sensación de haber dado con la persona adecuada.
    
    Nunca sentía extrañezas.
    
    Nunca dude.
    
    Nunca cambiamos de maquillaje, rituales u horarios.
    
    Para mi Marisa, era siempre MARISA y mi vida compartida junto a ella, discurría por los canales ...
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