Melisa, Marisa, Ruben....¿fingimos?
Fecha: 30/10/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... tentador.
Ella, retirando el brazo que instantes antes ocultaba la expresividad de su rostro mientras le devoraba el coñito, se hizo un lado para devolverme la mirada.
Ella vería la ausencia de músculo, la flacidez de los años torpemente contenida, mis glúteos carentes de diez kilómetros diarios, mis canas, mis dos entradillas alopécicas en constante progresión.
Melisa vería mi miembro, ya completamente excitado.
Modestos catorce o quince centímetros carentes de depilado.
¿Puedo tocártela? – inquirió con cara de niña traviesa.
Debería ser yo quien te rogara que lo hicieras.
Melisa se rió con semblante picaruelo.
Rió y la asió con firmeza.
Rió abarcando también los testículos.
Mirando mis ojos, apretó el conjunto hasta conseguir que los cerrara, tratando de asimilar el gigantesco placer que me dominaba.
Mientras su mano derecha trabajando, la izquierda acariciaba mi piel y sus labios, sus eternos labios, besaban sitios inesperados…clavícula…mentón….pezón….costillas…sobaco.
Es maravilloso sentir que te estoy dando placer Toño.
Dicho lo cual, se deslizó como una culebrilla hasta introducir dentro de su boca, todo el placer sostenido en mi falo.
¡Así, así Marisa móntame así ogggg agggg que gusto dan tu coñoooo!
Yo, contrastando con Rubén, apreté labios para no airear el gigantesco goce que la boca de su mujer me estaba generando.
De vez en cuando, podía escuchar tímidos sonidos de succión.
Melisa extendió su mano izquierda por ...
... mi tripa, por mis pectorales hasta llegar a la barbilla, donde la acogí con mis propias manos y labios.
Así, entrelazados, continuó felando con un sentimiento compartido de haber olvidado lo que era cometer semejantes y deliciosas locuras.
Melisa cielo…para o no aguanto.
Y ella respondió obedeciendo.
Así, de rodillas sobre el colchón, quedamos ambos frente a frente, con la vista puesta en todo lo que ofrecíamos.
Nos volvimos a abrazar.
Nos volvimos a besar.
Con esa ternura que solo una mujer buena y sensible sabe hacer, Melisa se echó hacia detrás sin permitir que yo alejara mis besos de los suyos, abriendo sus piernas mientras me ayudaba a colocarme en el sitio exacto.
Yo hice lo que supe, agarrando mi falo para ir apuntando a su vagina.
El primer roce, dinamita, me permitió descubrirla extraordinariamente húmeda.
Apenas mi capullo dejó impronta de su cercanía, Melisa se benefició de una estremecimiento acompasado de un gemido muy sutil y un ligero mordisco en mi hombro.
Ohhh Toño lo quiero, lo necesito. Te lo ruego, por favor, entra dentro de mí.
Vida mía…Melisa, corazón.
No puedo alardear de haber sido yo quien la penetrara.
Mi sensación cuando físicamente entré en su vagina, era que ella, a la par, penetraba dentro de mis tuétanos, aderezándonos el uno en el otro con un prolongado susurro de placer plagado de ruegos y caricias.
Hasta que toque fondo.
Quédate allí un rato – suplico.
Lo hice.
Un rato breve y cautivador ...