Amor prohibido
Fecha: 27/11/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... qué no decirlo, enamoramiento, entre los dos. Hablamos del origen de todo, que era nuestra forma de ver el arte y la comunicación entre dos personas, y llegamos a la parte del sexo. Yo deseaba tenerlo con él, él ardía en deseos de hacerlo conmigo. No era simplemente un deseo animal y bruto, tenía mucho de querer llegar más profundo, de tener esa comunicación que le faltaba a las palabras y que solo tienes cuando intimas a ese nivel con alguien... Pero él tenía pareja. Pareja a la que, me dejó claro, no iba a dejar de lado por nadie, su relación era sólida, solo había sentido esto conmigo y era distinto. Por mi parte, además de lo de su pareja, estaba el sentir que traicionaba al grupo entero si ocurría algo. ¿Qué hacer en una situación así? Teníamos la opción de dejarlo en ese beso, todo eso resumido en un sencillo beso, marchar cada uno a su habitación y dejarlo correr, reducirlo a la fantasía. No iba a volver a ser igual. En principio fue lo que pensamos, pero era obvio que no iba a durar la decisión. Empezamos a establecer reglas por si sucedía. Solo nosotros dos, ningún testigo, ninguna posibilidad de levantar sospecha, la promesa de llevarlo a la tumba así el otro se convierta en enemigo jurado. Pero todo eso solo si sucedía, que no iba a ser el caso. Luego pasamos a que solo podría ser una vez, para desquitarnos. Una sola noche y todo olvidado. No tomamos una segunda copa. No íbamos a dejar al alcohol dominarnos. A las habitaciones y ya. Estaban cerca la una de la otra. ...
... Nos dimos un abrazo eterno, al separarnos nos miramos, tentados a volver a besarnos, pero no. "Buenas noches" y se acabó. Entonces llegué a mi habitación y no pude más, me levanté para dirigirme a su habitación casi a la par que pegaron a la puerta.
Abrí y no hicieron falta más palabras. Todo fluyó de forma natural, fue increíble, sus besos y caricias mientras nos desnudábamos sin atropellos, me tumbó y mi ropa parecía desaparecer más que ser arrancada de mí, lo vi descender bajo la tenue luz que entraba por las ventanas, besando mi monte de venus, bajando por mis piernas mientras sus dedos se entretenían en mi entrada, llegó a mis pies y comenzó a subir lentamente sin dejar de devorarme y tocarme. Mis tabúes desaparecieron porque él hacía que todo fuese natural sin necesidad de articular palabra, pronto noté la calidez de su aliento en mi coño y me lo comió como nunca. Me corrí dos veces en su boca antes de que subiese a buscar la mía, quedando entre mis piernas abiertas, deseosa de recibirlo en mí. Acaricié su grueso miembro poco antes de notarlo empujando suavemente entre los labios de mi vagina, en la que entró lento pero con firmeza mientras nos mirábamos a los ojos y con nuestras bocas rozándose entre jadeos. Lo sentí entrar completamente dentro de mí, abriéndome, sin barreras, nos abrazamos y nuestras caderas marcaron un mismo ritmo de forma compenetrada. Fue entre caricias, besos y mucho contacto piel con piel que fuimos llegando al orgasmo casi a la vez. Era algo ...